Editorial Semana
A esa gente que nos hace el día

Por: Lilliam Maldonado Cordero
A veces nos pasa a las cinco de la mañana; otras, como a las diez de la noche. En ocasiones, alrededor del mediodía. Lo cierto es que puede sucedernos en cualquier momento. Nuestro teléfono celular nos envía un alerta de que nos ha llegado un mensaje. Distinto a los textos o correos electrónicos que nos dan seguimiento a los asuntos del trabajo, anunciando vaguadas, malas noticias y titulares sobre la violencia que arropa el país, muchos de los mensajes que recibimos son positivos: personas que, muchas veces, vemos en contadas ocasiones, pero nos mantienen dentro de su apostolado de vida que va dirigido a compartirnos esperanza, amor, alegría y hasta paciencia.
Desde mensajes aleccionadores para cada día de la semana, felicitaciones en ocasiones especiales, el Evangelio del día, máximas de personas influyentes que han dejado una huella en la transformación de sus países y el mundo, o hasta un chiste “mongo”, esas notas tienen el poder de cambiarnos una jornada que, como decimos, “no pintaba bien”.
Muchos, a menudo, recibimos memes esperanzadores por parte de personas que integran grupos de amigos en las distintas plataformas digitales. Desde consejos de salud para mejorar la calidad de vida, ejercicios recomendados para reducir la grasa rebelde de la cintura y deseos de que tengamos un descanso refrescante al acostarnos, disfrutamos y agradecemos cada uno de ellos. Son gestos no solicitados, pero que dicen que alguien, en algún lugar, está pensando en nosotros.
Un ejemplo que recuerdo con claridad, entre muchísimos otros, fue una ocasión en la que no estaba teniendo uno de mis mejores días. Tenía que cumplir con la fecha de vencimiento de unos informes y las llamadas e interrupciones no me permitían trabajar al ritmo que necesitaba. Una persona, de esas que le chupan la alegría de vivir a cualquiera, me pidió una reunión para la cual definitivamente no tenía tiempo, pero era preciso atender por una situación que, de seguir evolucionando, tenía el potencial de complicarse. No tenía otra opción que atenderla. Antes de hacerla pasar a la oficina, tomé el celular para asegurarme que no tenía algún otro asunto urgente en mis textos y descubro un meme que leeía: “Sonríe, eso confunde a las personas”. Llevaba rato sin tener deseos de sonreírle a nadie, pero la primera reacción al leer esa frase fue…sonreír. De más está decir que con la misma sonrisa recibí a la persona y ello tuvo un cambio decisivo, no solo durante la reunión y sus resultados, sino en la relación que cultivamos más adelante.
Sonreír tiene el efecto de liberar endorfinas que contribuyen a calmar el dolor y tener mejor tolerancia al mismo. Tiene un efecto favorable en la salud cardiovascular, activa la circulación, reduce la presión arterial y el estrés. También, libera la hormona de la felicidad, la serotonina, ayudándonos a regular nuestro estado emocional. Incluso, estudios señalan que las personas que sonríen pueden aumentar su expectativa de vida entre 4 y 7 años en comparación con quienes andan siempre amargados y con rencores.
Por todo lo anterior, seamos agradecidos con aquellos que se toman la molestia de compartirnos mensajes aleccionadores y aspiracionales. Dediquemos tiempo para leerlos y reflexionar sobre su contenido dentro del contexto en que nos encontremos. Seguramente, igual que me sucedió a mí aquel día tan complicado, uno de ellos tenga el efecto de cambiarnos el color del día.