Por: Jesús Santa Rodríguez
Desafiando algunos pronósticos que anticipaban un amplio rechazo de los electores estadounidenses a las aspiraciones para la reelección de Donald Trump por sus posturas xenofóbicas y discriminatorias en contra de los hispanos -particularmente hacia los puertorriqueños a quienes desprecia abiertamente-, el expresidente prevaleció cómodamente en estas elecciones sobre su contendora, la demócrata Kamala Harris.
El ataque más reciente nos toca muy de cerca. Durante un rally de Trump, un humorista se refirió a Puerto Rico como “isla basura”. En lugar de rechazar estas expresiones o, mínimamente, desvincularse de ellas, las suscribió en una metáfora montándose en un camión de disposición de desperdicios. Ya Trump se ha referido a nuestro país como “sucio y pobre”. En una visita presidencial nos lanzó rollos de papel toalla luego de la destrucción de María, de frente y con la anuencia de la entonces comisionada residente, Jenniffer González. A pesar de todos estos insultos, la ahora gobernadora electa, lejos de distanciarse de estas vejaciones, ha reiterado su apoyo a Trump.
Su desprecio por las minorías hispanas y los puertorriqueños ha llevado a recrudecer las políticas migratorias, aprobando acciones y órdenes ejecutivas, evitando el acceso a miles de inmigrantes que escapan de crisis políticas, sociales y pobreza en sus países buscando refugio en EE.UU. Lo más reprobable ha sido el enjaulamiento de niños pequeños separados de sus madres y padres indocumentados. Las imágenes de infantes y niños encerrados en jaulas metálicas dieron la vuelta al mundo.
Luego de la decisión del Tribunal Supremo de EE.UU. de este año otorgándole al presidente el superpoder de inmunidad absoluta, millones de inmigrantes -ciudadanos o no de ese país-, así como los puertorriqueños, enfrentamos el grave riesgo de perder derechos y acceso a servicios para los cuales tenemos el privilegio. Las mujeres están dentro de las minorías más amenazadas.
Entre los atentados más patentes a los derechos y el bienestar se encuentra el Proyecto 2025, que propone reducir los fondos de Medicaid, Medicare, Seguro Social y la eliminación de Obama Care. Las consecuencias de que Trump aplique estas políticas, llámense o no Proyecto 2025 -que incluyen la reducción o eliminación de agencias federales, el Departamento de Educación, Programa Head Start, entre otras-, son mayor desigualdad económica y pobreza para las clases medias y bajas de la isla.
Ya pasadas las elecciones en Puerto Rico y habiéndose declarado ganadores de la gobernación, la Cámara y el Senado, urge a los miembros electos del Partido Nuevo Progresista y el resto de los funcionarios a echar las distracciones a un lado y estar atentos a la instauración de políticas públicas que serán lesivas para los puertorriqueños, las mujeres y otras minorías. Sabemos que contamos con un excelente comisionado residente en la figura de Pablo José Hernández, que estará dispuesto a colaborar para mitigar cualquier atentado contra el bienestar de nuestro pueblo. Nunca en tiempos recientes habíamos estado bajo una amenaza más patente a las libertades civiles y los derechos humanos.
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