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  • Foto del escritorEditorial Semana

Ante un eclipse social


Por: Myrna L. Carrión Parrilla


En estos días fue tema en todo el país el eclipse solar, fenómeno de la Naturaleza que no es cosa común y que pueden pasar años sin que se repita de forma igual. Según las definiciones en diccionarios, “un eclipse es un fenómeno astronómico en el que la luz de un astro incandescente, como el Sol, es tapada total o parcialmente por otro astro opaco que se interpone”. En específico “un eclipse solar es el fenómeno astronómico que se produce cuando la Luna oculta al Sol visto desde la Tierra. Esto ocurre cuando el Sol, la Luna y la Tierra están alineados”.


Sin duda el pasado sábado, el sol se opacó impresionantemente cuando la Luna se interpuso entre él y el planeta Tierra y se produjo un oscurecimiento no típico de la hora en que el fenómeno se daba. Ver oscurecer el día, un cielo que se fue poniendo gris oscuro hacía producir un ambiente un tanto tenebroso y diferente, en el que, aunque no mirásemos al Cielo, notábamos que sin duda estaba pasando algo.


En la música como en la poesía la palabra eclipse se ha utilizado para describir experiencias donde algo opaca el brillo o el resplandor, metafóricamente hablando, que puede producir un sentimiento, o una persona en uno. Pero si usamos esa misma metáfora, podemos decir que en Puerto Rico muchas cosas han ido eclipsando, pues, vemos como principios, valores y costumbres que podíamos identificar como nuestros faros de luz, como los astros que daban luz y brillantez a nuestra sociedad, pues hacían de nosotros como pueblo, una cultura, un país con modelos a imitar. Muchos de ellos han ido ocultándose y aunque notamos que siguen estando ahí, los retos de los tiempos han ido anteponiéndose y ocultando aquello que muchos otros países venían a conocer para poder imitar.


Ha eclipsado nuestro modelo de salud y aunque los hospitales y los antes conocidos CDT siguen estando ahí, un nuevo modelo se interpuso y opacó todo lo que nos daba resplandor y hacía brillar un sistema que era reconocido por muchos, aunque requiriera ser fortalecido por el paso del tiempo. Ha eclipsado nuestro modelo económico, pues se antepusieron intereses particulares que llevaron a decisiones que han hecho sea un gran reto poder definir un nuevo modelo que impacte positivamente a la mayoría. Ha eclipsado nuestro sistema de educación y de un sistema que producía seres altamente preparados y que podían enfrentar los retos de los tiempos, ahora tarda demasiado poder enfrentar los retos de los nuevos tiempos y ser efectivo para todos según su necesidad particular.


Quisiera pensar que, como un eclipse, esto va a pasar y no que quedemos permanentemente en un eclipse, que haga de este pueblo otra cosa. Si estos eclipses fueran permanentes, viviríamos en la oscuridad y perderíamos nuestra esencia de pueblo, sería aceptar algo anormal; somos caribeños, gente de sangre caliente, acogedores por demás, alegres y respetuosos, apasionados, gente de fe, musicales, creativos y un gran sentido de hermandad, donde se respetaba al abuelo, al hermano y al vecino se sentía familia, conocíamos la vecindad, tierra de sol caliente y en la que todos soñaban con educarse para mejorar, a la que todos amaban y sólo por algo grande la dejaban. Ahora ante este eclipse social, que nos lleva a los nuestros, vivimos lo insospechado, pero si somos valientes, moveremos esta tierra nuestra para que vuelva a salir el sol, el sol borincano.

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