Celebramos más que una ceremonia
- Editorial Semana
- 22 may
- 2 Min. de lectura

Por: Myrna L. Carrión Parrilla
En cada ceremonia de graduación de cuarto año se entretejen historias de esfuerzo, sueños cumplidos y la promesa de un nuevo comienzo. No es solo el final de una etapa educativa: es el símbolo de la transformación de jóvenes que, con mochila al hombro, entraron por primera vez al aula, y hoy, con toga y birrete, se preparan para dar su primer gran paso hacia la vida adulta.
Graduarse de cuarto año no es únicamente un logro académico; es un momento profundamente humano y social. Cada estudiante que recibe su diploma representa una victoria colectiva: la de sus familias, que creyeron y apoyaron; la de sus maestros, que sembraron conocimiento y valores; y la de una sociedad que apuesta, una y otra vez, por el poder transformador de la educación.
En estos tiempos de cambio e incertidumbre, la graduación de nuestros jóvenes tiene un significado aún más poderoso. Nos recuerda que, pese a las dificultades, el aprendizaje continúa, el crecimiento es posible, y el futuro está en constante construcción. Los graduandos de hoy son los ciudadanos de mañana, los líderes, los trabajadores, los soñadores que tendrán en sus manos la posibilidad de transformar el mundo con sus ideas, sus talentos y su compromiso.
Por eso, más allá de los aplausos, las fotos y la celebración, queremos hacer una invitación profunda: tomémonos un momento para reflexionar sobre el verdadero valor de este rito. ¿Qué dice de nosotros como sociedad? ¿Qué estamos sembrando en ellos para que su andar sea firme, justo y esperanzador?
Invitamos a padres, docentes, líderes comunitarios y a toda la ciudadanía a acompañar activamente a estos jóvenes. No basta con felicitarlos hoy: es necesario seguir apostando por su desarrollo, generar oportunidades, tender redes de apoyo, y sobre todo, escucharlos. Son portadores de una mirada fresca, valiente, crítica y creativa. Necesitamos su energía para construir un país más solidario, inclusivo y sostenible.
A los graduandos, les decimos: este es su momento, pero no es un punto final, sino un hermoso comienzo. El mundo necesita su pasión, su ética, su imaginación. Sigan caminando con la frente en alto, sin miedo a equivocarse, con el corazón abierto a aprender. Su historia apenas comienza, y cada uno de ustedes tiene dentro de sí la capacidad de hacer una diferencia.
Hoy celebramos mucho más que una ceremonia de graduación, celebramos el futuro que se levanta con cada uno de ustedes. Que esta graduación sea una promesa viva de que, entre todos, podemos construir una sociedad que valore, acompañe y confíe en sus jóvenes.
¡Felicidades, graduandos! El futuro ya los espera, y es confiamos en que es más brillante gracias a ustedes. Con las gradaciones de cuarto año, cada sociedad celebra, la esperanza que representa cada joven, que en ellas recibe la culminación de esta etapa tan significativa.
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