Cien años y un legado

Por: Myrna L. Carrión Parrilla
Como el Buen Pastor, escuchar la voz de aquellos que más necesitan, dejar a un lado el egoísmo y caminar por senderos de fraternidad, entrega y servicio a los que más necesitan, es parte de lo que ha caracterizado a aquellos seres humanos que muchas veces se reúnen en organizaciones donde la caridad, la filantropía y el amor al prójimo, dirigen las acciones que estas llevan a cabo.
En Puerto Rico cada vez más, se desarrolla un deseo y compromiso de ser parte de las acciones que transforman las comunidades. Un compromiso cívico se pone en acción a través de una gestión liderada por los residentes de las comunidades. Ciudadanos que asumen la búsqueda de soluciones para los asuntos que les atañen, deja ver un creciente y ferviente deseo de asumir responsabilidad y hacer por lo suyo y de lo suyo algo mejor.
Es importante mirar la historia de nuestro país y en ella, reconocer los años de esfuerzo y servicio que muchos puertorriqueños y puertorriqueñas a través de organizaciones no gubernamentales (ONG) sin fines de lucro, han sembrado la semilla del servicio y el civismo. Organizaciones que han tenido como norte el servicio a la comunidad y a los más necesitados, forman parte de un importante legado que en años recientes ha crecido y se ha extendido a los sectores y comunidades.
Dichas organizaciones han sido precursores y han servido de ejemplo para el desarrollo de grupos de base comunitaria que, una vez organizados formalmente, hacen la diferencia y hasta logran hacer de sus gobiernos locales y estatales unos con mejores resultados, pues la gestión que se logra responde mejor a la necesidad y es de todos y para todos.
Lograr permanecer al servicio de la comunidad por cien años es más que significativo. Cambio sociales, económicos y demográficos ha habido y algunas de estas organizaciones se han mantenido en pie, a pesar de los retos y cambios, teniendo siempre como norte, el servicio, la fraternidad y la caridad.
La figura de la mujer en estos espacios se ha destacado y en estos días dos organizaciones de damas que cumplen cien años al servicio de los más necesitados en Puerto Rico. Son estas, la Hijas Católicas de América y el Club Cívico de Damas, dos organizaciones que celebran cien años al servicio de la comunidad puertorriqueña.
Mencionar al Club Cívico de Damas, muchas veces nos hace pensar que su distintivo son sus sombreros, sin embargo, su verdadero distintivo no es el sombrero, sino la caridad. Estas dos organizaciones llevan cien años sembrando semillas y ya dejan ver sus frutos y legado, en la gestión de servicio que vemos crecer en sectores y comunidades.
Nuestro país enfrenta una gran cantidad de restos como: la pobreza, los costos altos en servicios de salud y la escasez de oportunidades. Es esta realidad la que el Capítulo de Caguas ha servido por los pasados cuarenta años. Al colocarse sus sombreros, asumen la obligación de tender puentes de unidad y colaboración. Se encargans de estrechar lazos y tocar corazones que les ayuden a contribuir. Le dicen “sí” al servicio desinteresado, a la contribución y aspiran a construir un mejor Puerto Rico.
En momentos de tantos retos como los que vivimos, deseémosle que inicien el camino a un segundo siglo, renovadas y revitalizadas, para animar a muchas otras mujeres a querer unirse a esta misión de servicio y que, como el Buen Pastor, lleguen a cada lugar de esta Patria nuestra.