Editorial Semana
Claustrofobia: miedo a los espacios cerrados

Por: Editorial Semana, Inc.
La claustrofobia es un trastorno psiquiátrico que consiste en el miedo a los espacios cerrados o sin salida. Muchos psiquiatras y psicólogos afirman que puede deberse a una experiencia condicionante traumática, probablemente en la infancia, como haberse quedado encerrado en una habitación a oscuras, caer en una piscina sin saber nadar, perderse en la multitud, atorarse en un sitio estrecho, quedarse solo en un vehículo, etc.
La claustrofobia se caracteriza por varios criterios:
Temor severo y persistente, excesivo o irracional ante la presencia o anticipación de la situación de hallarse en un espacio cerrado.
La exposición al estímulo fóbico (estar en un espacio cerrado) provoca siempre una respuesta ansiosa inmediata, que puede derivar en una crisis de ansiedad.
La misma persona admite que el temor es excesivo o irracional.
La persona intenta evitar estar en espacios cerrados y si lo está es con ansiedad o malestar intensos.
Ante la exposición a un espacio cerrado o la mera anticipación a dicha situación, el paciente presentará temor bien a quedarse encerrado o bien a ahogarse por falta de aire. Esto suele derivar en ansiedad con sudoración, palpitaciones, opresión torácica y sensación de ahogo. Muchos claustrofóbicos se desabrochan la ropa pensando que eso les mejorará la entrada de aire.
Los espacios desencadenantes suelen ser sitios cerrados o sin salidas, como habitaciones pequeñas y sin ventanas, ascensores, túneles, sótanos, coches, metros o aviones. Sin embargo, también pueden darse en espacios abiertos donde concurra una muchedumbre, o un local muy abarrotado.
El tratamiento de las fobias se puede abordar desde diferentes puntos.
Farmacológicamente se pueden prescribir antidepresivos o ansiolíticos de base al paciente para mantener sus niveles de ansiedad bajo control, así como medicación ansiolítica de rescate, por ejemplo diazepam, en caso de sufrir una crisis de ansiedad desencadenada por una situación potencialmente claustrofóbica. Sin embargo, como con la mayoría de trastornos psiquiátricos, no basta con el tratamiento farmacológico.
La terapia conductual suele ser efectiva, especialmente en pacientes que temen no tanto estar en dichas situaciones sino lo que les puede llegar a suceder de estar en ellas. El tratamiento busca modificar las impresiones y pensamientos erróneos atribuidos a esas situaciones, de manera que disminuya la ansiedad y la necesidad de evitar dichas situaciones.
La exposición in vivo consiste en hacer que el paciente se exponga lentamente y de forma gradual a su miedo a los espacios cerrados, llevándole cada vez a situaciones con mayor potencial claustrofóbico. Se ha demostrado que este método, pese a ser lento, es efectivo en alrededor del 75% de los pacientes claustrofóbicos.
La exposición interoceptiva es un método que busca recrear las sensaciones físicas del paciente cuando se halla en una situación claustrofóbica pero en un entorno seguro y controlado, con la misma intención que la exposición in vivo pero sin poner al paciente en la situación temida. La percepción negativa y el miedo ante dichas situaciones mejoran aproximadamente en un 25% de los pacientes tratados mediante este método.