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Foto del escritorEditorial Semana

Demos gracias por esas manos




Por: Jesús Santa Rodríguez


Agradecer y pedir por las manos que siembran, cosechan y preparan los alimentos que recibimos es una de las costumbres más desprendidas del ser humano. Los animales y otras especies dependen de las circunstancias y de su propia habilidad para nutrirse. Las plantas reciben su alimento de distintas fuentes, como la luz solar, el agua y los elementos que tan generosamente les provee la naturaleza.


Para quienes tenemos fe en un Dios atento a su creación, confiamos en su intervención y provisión paternal para el sostenimiento nuestro y hasta de los animales y las bestias del campo: un ser superior atento a las necesidades de nuestros hermanos menores y las nuestras.


La especie humana es privilegiada por contar con una inteligencia superior capaz de desentrañar los misterios naturales, desarrollando las prácticas necesarias para la siembra y cosecha sistemática, el almacenamiento, la conservación de alimentos, y la preparación para su consumo. Con el pasar del tiempo, las comunidades se desarrollaron en sociedades más complejas y la actividad humana creó una relación más amplia de necesidades, y el principio económico interactivo entre la oferta y demanda de bienes y servicios. A pesar de la manera vertiginosa en que las sociedades humanas han evolucionado, ese proceso básico, simple y necesario de sembrar, cosechar, conservar y preparar los alimentos continúa dependiendo de la intervención humana en casi todas sus etapas, aunque se haya ampliado para incluir procesos mecanizados y tecnologías mucho más modernas.


El toque humano con los frutos de la tierra o el mar para que lleguen los alimentos a nuestra mesa es una bendición que con frecuencia ignoramos, minimizamos y olvidamos. Y es por ello por lo que, en Semana de Acción de Gracias y siempre, debemos agradecer a Dios por proveernos de tantas bendiciones, sobre todo por esas manos que con su sudor y esfuerzo nos traen el pan.


Esto también debe redargüirnos para pedir por los líderes del mundo que, por razones políticas, impiden que los alimentos lleguen a las víctimas en zonas de guerra o a sociedades alienadas por la pobreza. También, debe concienciarnos sobre las consecuencias que acarrearán las políticas públicas que ha expresado que ejercerá el próximo gobierno estadounidense, que ha prometido expatriar de forma sistemática y mediando el uso de la fuerza militar, a millones de personas que habitan esa nación de forma irregular, para devolverlos a los países de los que huyeron buscando un mejor porvenir. Extraditar a estas personas, que son trabajadores que aportan con su esfuerzo y faena al desarrollo integral de la nación estadounidense, indudablemente tendrá como consecuencia el colapso en la cadena de producción y distribución de alimentos de Estados Unidos y de Puerto Rico, y creará una crisis humanitaria sin precedentes en nuestro hemisferio.


Cuando nos encontremos compartiendo en familia en este Día de Acción de Gracias, agradezcamos por el trabajo y sacrificio de estos millones de personas por cuyas manos disfrutamos de la conveniencia de acceder a nuestros alimentos. También, pidamos por la paz y la justicia social, y la importancia de tratar a todos con respeto, luchando por garantizarles el derecho a una vida digna.



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