Por: Myrna L. Carrión Parrilla
Llega el mes de agosto y comienza el curso escolar.
Con frecuencia se plantea que las escuelas deben enfocar en la educación en valores pero debemos dejar claro, que la educación de los niños y jóvenes es en primer orden responsabilidad de los padres.
Sin duda, la escuela, como instrumento organizado y con profesionales en la educación y formación de seres humanos, es la mejor herramienta con la que cuentan las sociedades para apoyar en la formación del carácter y autoestima de los menores.
La crianza de los hijos representa un desafío para los padres que se sienten perdidos en una tarea tan compleja como educar con valores, límites y amor.
En tiempos en donde los niños y niñas desde muy temprana edad se exponen a tanta información y a variedad de experiencias, el educador o maestro ha pasado de ser el centro del proceso educativo, a ser un guía, un mentor, un modelo y “coach” que además de enseñar aquellas destrezas académicas necesarias, lleva al estudiante por un proceso de identificar sus talentos y habilidades y de aprender a manejar, ordenar y utilizar los datos e información de modo que les permita desarrollar una personalidad y un autoestima saludable, pues se ha convertido esto en algo mucho más importante que el tener mucho conocimiento sobre datos o información.
La educación en valores es sencillamente educar moralmente, porque los valores enseñan al individuo a comportarse, a establecer jerarquías entre las cosas, a través de ellos, llegan a la convicción de que algo importa o no importa, tiene por objetivo lograr nuevas formas de entender la vida, de construir la historia personal y colectiva.
La educación en valores ha de ser uno de los pilares de la educación, pues le provee al individuo de autonomía, de un buen nivel de autoestima y de respeto mutuo a las personas.
El concepto de la educación en valores es muy amplio, pero en términos generales se refiere al conjunto de estrategias y de dinámicas de relaciones, que tienen como objetivo formar en civismo y en modelos de convivencia basados en el respeto, la empatía y la igualdad.
Eso significa que va mucho más allá de la enseñanza de materias relacionadas con el funcionamiento de la naturaleza y de las sociedades. Si estas materias nos hablan sobre el “qué” y sobre el “cómo”, la educación en valores nos habla sobre el “para qué”.
La educación en valores tiene enormes beneficios para niños y adultos. La educación en valores dota a los jóvenes de los conocimientos, actitudes y hábitos necesarios para entender la realidad y para poder desenvolverse de forma respetuosa y positiva en la sociedad.
Inicia el curso escolar y que se tengan sus materiales y uniformes y que las escuelas estén listas es importante, pero que en las familias y en el país se redoblen los esfuerzos por educar en valores es aún más importante.
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