top of page

El capital social y su sentido de comunidad cagüeño (Parte I)

  • Foto del escritor: Editorial Semana
    Editorial Semana
  • 3 jul
  • 3 Min. de lectura
Por: Juan Illich Hernández
Por: Juan Illich Hernández

Más allá de Caguas ser fundado en el 1775, bajo su icónico nombre Valle del Turabo, aún preserva en sus próximos 250 años de historia, la intacta huella del cacique Caguax, de quien se derivó dicho nombre. Según nos indica el historiador Juan David Hernández (2010) este emblemático pueblo, a pesar de que se cuajara como municipio per se en el 1894, nunca dejó de resaltar aires de rebeldía y sentimiento de arraigo. Quiérase decir, que la riqueza que reside en nuestra microhistoria no solamente se encuentra en la particular ubicación geográfica que nos situamos, sino también en la producción del capital social.


En efecto, el término de capital social proveniente del sociólogo francés Pierre Bourdie (1986) alude más bien a la forma en cómo las personas pueden desarrollar y/o entablar relaciones sociales (interpersonales, económicas, políticas, afectivas, etc.). Dichas interacciones son unas adecuadas herramientas para la producción de grupos, organizaciones, redes y sobre todo de comunidades. Es en ese sentido, que el indescriptible sentimiento de orgullo, plus sabor a pueblo prácticamente proviene de este rico concepto. Así que, la palabra comunidad más que recordarnos que involucra lo común, un grupo de personas con ciertas prácticas y entendidos histórico- culturales a su vez integra otros aspectos que a nivel intangible no se pueden detectar. Tales características descansan en lo emocional, identitario, político, lingüístico e imaginario.


Si seguimos el hilo conductor de la trama histórica cagüeña que nos narra el historiador Hernandez León (2010) esa autonomía e imbatible orgullo con el que se describe a los habitantes de este pueblo surge de la misma Constitución de Cádiz la cual fue llevada a cabo en el 1812. Ha sido esta enmienda o reforma política la que abrió paso a que entre españoles y residentes de Caguas fusionaran no solo poderes, sino también aspectos sociopolíticos. Es por ello, que el pueblo recibió los títulos de Villa y centro del distrito de operaciones como parte de la provincia española. Por tal motivo, el régimen gubernamental que se tuvo, aparte de ser uno sumamente especial gozó de autonomía política, pero con la protección totalizadora de los españoles.


Mediante el vaivén de los procesos de cambio social, tanto para la microhistoria de Caguas como en general de Puerto Rico, hallamos que esa sólida producción de capital social necesita antes que todo del factor histórico. Y precisamente esa pieza clave del rompecabezas es la que hoy día no ha perdido su espíritu combativo, pero si no se le brinda el meritorio cuidado que corresponde terminará de quebrantar el frágil lazo social-comunitario que nos queda.


Evidentemente, aunque en esta era de altísima digitalización y ultrarrápido desarrollismo socioeconómico hayan tenido de alguna forma directa como indirecta una irreparable fractura en lo que es el sentido de comunidad, el lazo afectivo cagüeño continúa prevaleciendo. Tanto es así, que, si nos insertamos en los barrios, combativo casco urbano, plaza del mercado y distintas actividades culturales, el intercambio de las prácticas cotidianas resulta uno nutritivo para la psicología cagüeña e inclusive general. Cabe agregar, que por más críticas que podamos hacerle al mogul de los centros comerciales y hasta ciertos espacios privativos sea en Caguas como en otro contexto, estos entornos tienen la capacidad de llevar a cabo esas reciprocidades entre afectos e intensificaciones culturales.


En fin, para impulsar un robusto sentimiento afectivo de comunidad sea en Caguas como en el país es necesario el redefinir el concepto sobre lo que entendemos como comunidad ya que este integra diversos factores …Continuará.

Comments


bottom of page