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  • Foto del escritorEditorial Semana

El carácter de quienes respaldan a Trump




Por: Jesús Santa Rodríguez


En días recientes fuimos testigos de cómo el expresidente de los Estados Unidos (EE.UU.), Donald J. Trump, fue atacado con un arma de fuego de largo alcance por uno de los militantes de su Partido Republicano (GOP). Algunos insisten en afirmar que la suerte de Trump responde a una protección sobrenatural por ser, supuestamente, un hombre de principios morales y religiosos, a pesar de que él mismo ha negado públicamente ser cristiano, y con sus palabras y actuaciones prueba no tener apego a los valores y virtudes de promover el amor, el desprendimiento y la concordia como pilares para la paz individual y de las naciones.


Luego del reprobable atentado contra su vida, se esperaba que tuviera un “come-to-Jesus moment”. Sin embargo, en lugar de esto, el candidato a la presidencia de los republicanos ha caído a niveles inimaginablemente peligrosos, promoviendo el racismo, la xenofobia, la misoginia, en fin, el odio entre hermanos.


Si el comportamiento de Trump ya es materia de preocupación para el mundo entero por la inestabilidad política internacional que podría acarrear, también debería preocuparnos que políticos de nuestro país lo respalden, a pesar de sus posturas. Tampoco es para tomarse como poca cosa el desprecio que Trump ha expresado contra todos los puertorriqueños. Lo demostró cuando nos visitó después del paso del huracán María, o cuando atrincheró la ayuda que debía enviarse al país para la recuperación, y hasta cuando preguntó públicamente si sería posible intercambiarnos por Groenlandia. Para ser precisos, el expresidente dijo que deseaba canjear a Puerto Rico por ese país porque el nuestro es un lugar “sucio y pobre”, según uno de sus exfuncionarios de seguridad nacional.


Parece que, para Trump, lo que es bueno para el ganso no es bueno para la gansa. Según él, somos sucios y pobres, pero a la hora de cogernos prestado, somos buenos. Recordemos que fue él mismo quien tomó dinero al gobierno de Puerto Rico para desarrollar un campo de golf con su nombre para luego quebrarlo, quedándonos a deber $78 millones. Luego, un artículo de la revista Forbes de agosto de 2022 publicó que, para la fecha en que Trump dejaba la Casa Blanca, sus negocios tenían deudas ascendentes a $900 millones. Posterior a esto, Trump habría sido acusado de delitos financieros, incluyendo falsificación de sus registros comerciales, fraude y conspiración.


A pesar de esto, es a esta figura tan controvertible que muchos idolatran, entre ellos la candidata estadista a la gobernación, Jenniffer González, aunque lo hayan pintado, literalmente, como un arcángel, como a Cristo en la cruz y hasta como dios, lo que debería constituir un anatema para cualquier cristiano.


Nadie que se preocupe por el bienestar de Puerto Rico -e incluso, por la estabilidad y seguridad internacional-, puede verle méritos a una persona a quien el sistema de justicia de su propio país halló culpable por decenas de delitos graves y cuya carta de presentación es promover el odio, la división y la prepotencia. Todo elector debe mantenerse atento, con sospecha, de quienes respaldan una candidatura tan peligrosa para el país.

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