Redacción Editorial Semana
A diferencia de los funerales tradicionales y servicios memoriales de corte religioso, las celebraciones de vida son, típicamente, ocasiones más animadas que resaltan las pasiones e intereses del ser amado. Además, el impacto positivo que la persona que se fue generó en sus seres queridos y la comunidad.
Este tipo de celebraciones no necesariamente se adhieren a una estructura o requieren rituales específicos. Dicho evento puede ser completamente personalizado. Se podría escoger entre interpretar o poner música que le gustaba al difunto, recitar algún pasaje favorito suyo de La Biblia o libro sagrado, realizar una cena que incluya su plato favorito y algunas de sus fotos y pertenencias o sacar un rato para compartir recuerdos favoritos y anécdotas.
Los elementos que se escogen pueden resaltar los pasatiempos, intereses, profesión y creencias de la persona que despedimos. Asimismo, un celebrante puede obtener información sobre su ser querido y cualquier idea que se le ofrezca para luego planificar un acto memorial significativo.
Aunque los términos “celebrante” (u oficiante) y celebración pueden ser sinónimos, las familias tradicionales también contratan oficiantes. Un pastor o pastora, sacerdote, un ministro(a) diaconal o líder religioso(a) pueden conducir el servicio fúnebre; mientras el celebrante, maestro de ceremonias o anfitrión ayuda a la familia a incorporar detalles personales en otros aspectos del acto conmemorativo.
En algunas situaciones, un pastor, pastora o sacerdote no pueden involucrarse. Por lo tanto, un celebrante puede cubrir otros aspectos del acto como hacer lecturas o dirigir a familiares y amistades de la persona fallecida a entonar un himno o canción favorita.
En ciertas situaciones, un pastor o un sacerdote no se involucran, pero un maestro de ceremonia está pendiente a varios aspects del servicio, como lecturas o himnos o canciones favoritas.
(Ref. What Is a Funeral Celebrant?, www.dignitymemorial.com, 2024).
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