Por: Lilliam Maldonado Cordero
Detrás de las fábulas despuntan grandes enseñanzas aplicables a la vida. Incluso, algunas dan explicación al fracaso de muchos que se creen más astutos que las circunstancias. Una de las favoritas es la de El lobo disfrazado de oveja cuya moraleja supera por mucho la advertencia de temerle al impostor. Mas bien, es el impostor el que debe preocuparse por su falta de probidad. Veamos.
Un lobo muy hambriento vio un rebaño lleno de ovejas cebadas, pero cada vez que se les acercaba los perros ovejeros o el pastor lo detectaban y lo despachaban. Un día, encontró la piel de una oveja en el bosque y se le ocurrió disfrazarse con ella. Seguramente lograría engañar a las ovejas y al mismo pastor de que era una oveja más. Su plan tuvo éxito, porque hasta pastó desenfadadamente con el resto de las ovejas del rebaño y, en la tarde, se coló al establo. ¡Ya imaginaba el festín que se daría en la noche cuando el pastor se acostara a descansar! Finalmente anocheció. Al poco rato, cuando el lobo se preparaba para arremeter contra su presa, el pastor entró al establo a buscar carne para prepararla y tener alimento para los próximos días. El primer animal que agarró fue al lobo disfrazado y, sin esperar, lo sacrificó al instante.
Esta fábula de Esopo nos apunta que aquel que hilvana muchas trampas termina cayendo víctima de su propio engaño. La mentira, a la larga, siempre engendra problemas a su gestor. Y mientras más grande sea el engaño, mayor serán el daño y las consecuencias.
Existen muchos escritos alegóricos y líricos que analizan el vínculo natural que existe entre un lobo y una oveja. Nunca falta el análisis religioso o carga cristiana sobre esta relación entre la oveja -el hombre bueno- y el lobo -la maldad-. Asimismo, existen reflexiones políticas sobre la amenaza al orden institucional encarnado en la figura de un lobo, o en contraste, que este caracteriza la autoridad esclavizante del gobierno sobre los más débiles.
También, está el planteamiento de que el comportamiento humano posee cualidades tanto de lobo como de oveja para dar explicación a la ambivalencia humana. Indudablemente, hay que reconocer que las personas mantenemos un comportamiento racional y apacible la mayor parte del tiempo, pero tenemos la capacidad de reaccionar de manera arrojada ante ciertas situaciones de necesidad, amenaza o peligro.
No obstante, la fábula de El lobo y la oveja es una oportunidad para dar una aplicación más cotidiana al enseñar a nuestros niños sobre el valor de la integridad ética y moral. En el caso de este cuento, quedó demostrado que el engaño y el oportunismo podrían rendir frutos a corto plazo, pero el riesgo inmanente de esta conducta sociópata es el costo de la propia credibilidad, integridad y hasta la vida.
Detrás de la mayoría de los titulares y las noticias diarias despuntan personas que recurren al engaño con el fin de salirse con la suya. Las consecuencias de sus actuaciones a veces tienen como costo la dignidad y la vida de otros, pero eventualmente les llega el escarnio de sus pares, la condena general y hasta la privación de la libertad. Enseñemos a nuestros jóvenes aquello que constituye una conducta reprobable para que puedan reconocerla en los otros y en ellos mismos, y cultiven la integridad y el respeto.
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