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Gritos y abrazos




Por: Lilliam Maldonado Cordero


En medio de lo que apunta ser una serie de campañas políticas intensas tanto para los Estados Unidos como para Puerto Rico, este viernes inician los Juegos Olímpicos de Verano París 2024. Hay pocas causas tan aleccionadoras y estimulantes que logren unir a nuestro país como el deporte y otras competencias internacionales.


Los Juegos Olímpicos constituyen el evento deportivo más importante del mundo, en los que participan unas 200 naciones. Muchas veces olvidamos que los Juegos Olímpicos iniciaron en la Grecia antigua, más de 700 años antes de la era cristiana. Fue el 23 de junio de 1894 cuando el barón de Coubertin, Pierre Frédy, fundó en París el Comité Olímpico Internacional (COI). Desde entonces, el COI es la entidad coordinadora de esta competición mundial. La primera edición de estos juegos en la era moderna tuvo lugar en Atenas, Grecia, en 1896, siendo interrumpidos únicamente a causa de la Primera y Segunda Guerra Mundial, y la pandemia del COVID-19. Versiones más recientes de esta prestigiosa competencia han incluido los Juegos Olímpicos de la Juventud, los Juegos Paralímpicos y su versión invernal.


Un dato muy relevante es que, en el pasado, los conflictos entre ciudades y estados participantes se postergaban hasta finalizados los juegos en una muy bien llamada tregua olímpica. Lamentablemente, existen países en el mundo que hoy día son víctimas de genocidio, persecución política y religiosa, injusticias sociales y de derechos civiles. A pesar de que es muy poco lo que podemos hacer en el contexto geopolítico y los intereses que mueven sus fichas, es importante que aprovechemos estas coyunturas históricas para concienciar a nuestra familia, amigos, y los niños y adolescentes, a reconocer, por un lado, la existencia de estas injusticias tan detrimentales para la equidad y la paz. También, debemos hablarles sobre la importancia de los Juegos Olímpicos y su rol de unificación de nuestra especie dentro del marco de la sana competencia. Por esto es más importante que nunca respetar los contrastes y diferencias entre nuestros hermanos, y enseñarle este principio cardinal a nuestros más jóvenes.


En esta edición de los Juegos Olímpicos tendremos una cepa de atletas puertorriqueños con un gran potencial para despuntar con medallas o, cuando menos, mantenernos en familia y entre amistades al borde de la silla gritando el nombre de nuestros delegados, saltando frente a los televisores. Entre los favoritos se encuentran la atleta Jasmine Camacho-Quinn como nuestra abanderada, la tenimesista Adriana Díaz González, el atleta en decatlón Ayden Ownes-Delerme, el luchador Sebastián Rivera y las escuadras de baloncesto femenino y masculino. Estos jóvenes son solo un puñado de los que nos llenarán de esperanza y expectación. Algunos nacieron y se criaron en los Estados Unidos, pero optaron por llevar cosida nuestra bandera en sus uniformes para llenarnos de pasión y orgullo ante su desempeño olímpico en París.


Este viernes, a partir de la una de la tarde, separemos un espacio para ver el inicio de este encuentro histórico por su trasfondo centenario y su perfil presente, y gocemos junto a esta comitiva puertorriqueña de lujo su entrega para traernos, otra vez, los metales del éxito. Se valen los gritos y los abrazos. Entre tanto desasosiego, nos lo merecemos.


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