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Huelga de acontecimientos histórico-culturales (Conc.)

  • Foto del escritor: Editorial Semana
    Editorial Semana
  • 17 abr
  • 3 Min. de lectura



Por: Juan Illich Hernández


Todo parece indicar, que, en esta era digital, el mundo se ha ido fusionando cada vez más entre lo cibernético versus lo humano provocando una íntima relación tóxica la cual torna la vida ciberhumana en algo más que orgánico. Por medio de esta inseparable interconexión que tenemos bien estrecha hacia los dispositivos técnicos- científicos sea más allá del uso cotidiano que le brindamos, el actualmente desprendernos de ellos desarrolla altibajos psicoemocionales como la hipomanía.


Ya con estos planteamientos de diálogos sobre la mesa, hallamos que esos componentes cognitivos (emociones, memoria, lenguaje, toma de decisiones, aprendizaje, etc.) son modificados al antojo e inclusive exigencias del sistema económico- político. Precisamente, el haber realizado tan accesible e inminente la información sea desde nuestro móvil “inteligente” como ordenador, el entorno sensorial ha adoptado una altísima demanda disfuncional en algo integral, es decir, en algo sistemático. Quien evidentemente sufre estas irreversibles e irreparables consecuencias de inadaptación mal asimiladas y poco articuladas es el mismo sistema nervioso central.


Gran parte de esa falta de interconexión registrable como absorbible del mar de información, memorización, interpretación neuronal y de proceso aprendizaje hoy neuropsicológicamente va entorpeciéndose e inclusive desvaneciéndose vía el medio digital. Así que, ese posible acontecimiento próximo a desarrollarse increíblemente como hecho social se debe gracias a la sobreinformación y al vaivén de las redes sociales. Dicho estado de sobresaturación y codificación es el encargado de llevar no solo los acontecimientos histórico- culturales, sino también la propia construcción de múltiples realidades.


Resulta atractivo y hasta increíble cómo ya desde un solo “clic o tecleo” tengo un vasto caudal de datos. Sin embargo, como ultrarrápida repercusión a la que esta huelga de los acontecimientos aún no ha ido del todo madurando es a la imposible digestión de contenido explorado. Quiérase decir, que como bien nos dice Martin Heidegger (1945) “ese todo se torna en una nada” porque básicamente no existe forma humana que pueda codificar esa información, cosa que detonaría la rampante problemática de la fatiga neuropsicológica.


Dentro de los grandes fenómenos que está afrontando no solo la cultura pueril en desarrollo, sino también todo público en general es puntualmente la enfermedad psicomotriz de la fatiga informática. Y este sutil, pero violentísimo problema mundialista es dado a que no existe un meritorio espacio educativo para concienciar a las masas sobre el sobre exceso utilitario que le préstamos a los aparatos tecnológicos. Al no establecer una frontera de lo dañino y hasta enfermizo que posiblemente pueda rayar el abrazar a los celulares “Smart” como un rosario liberador, se paga el altísimo precio de la IFS (Síndrome de Fatiga Informática) la cual desarrolla todo tipo de disfunciones psicomotoras como el habla.


Bajo esta era del vacío, como diría el sociólogo francés Lipovetsky (1984) exploramos que esta se halla atrapada entre los dos extremos de mayor polarización, que son el individualismo y narcicismo. Si no salimos del enfrascamiento psicoemocional y cultural que generan los mismos artefactos cibernéticos mediante una supervisión desde temprana edad, el efecto zombie (muerto en vida terminará no solo con la historia, sino también con la vida humana.


Por tanto, es que merece ser dato de revisión el diferenciar que es un “Youtubero” versus un hecho informativo para que así no prosiga cancelándose la trama histórica que hoy está en huelga.


Columna del Taller de Investigaciones Históricas Juan D. Hernández

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