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La depresión después de una pérdida es una respuesta apropiada, aunque a menudo se critica como antinatural: un estado que se debe arreglar, algo de lo que debe salir. La primera pregunta que debe hacerse es si la situación en la que se encuentra es realmente deprimente o no. De manera particular, ante la pérdida del padre o la madre.
Cuando una pérdida se asienta por completo en su alma, la comprensión de que su padre o madre no mejoró esta vez y que no regresará es notablemente deprimente.
Si vemos el duelo como un proceso de sanación, entonces la depresión es uno de los muchos pasos necesarios en el camino. Si tiene la conciencia para reconocer que está deprimido(a) o que le han dicho amigos que lo está, su primera respuesta puede ser resistir y encontrar una salida. Esto es como entrar en un laberinto, temeroso de que no haya salida.
La depresión se puede tratar de una manera paradójica. Véala como un visitante, tal vez no bienvenido, pero que está de visita, le guste o no. Haga un lugar para su invitado. Invite a su depresión a acercar una silla al fuego y siéntese con ella, sin buscar una forma de escapar.
Además, tiene elementos que pueden ser útiles en el duelo: nos ralenta y nos permite hacer un balance real de la pérdida, nos hace reconstruirnos desde cero, despeja el espacio para crecer y nos lleva a un lugar más profundo en nuestra alma que normalmente no exploraríamos.
Permita que la tristeza y el vacío lo limpien y lo ayuden a explorar su pérdida en su totalidad. Cuando se permita experimentar la depresión, generalmente se irá tan pronto como haya cumplido su propósito en su pérdida. A medida que se fortalece, puede regresar de vez en cuando, pero así es como funciona el duelo.
(Referencia: Cuando un progenitor muere, www.dignitymemorial.com, 2022).