Editorial Semana
La educación pública ante la realidad puertorriqueña

Por: Prof. Luis Dómenech Sepúlveda
“Antes que nada, el maestro debe ser educador de la consciencia infantil y juvenil; pero más que nada, la escuela es un fundamento de moral” (Eugenio María de Hostos)
Próximo a iniciarse un nuevo año académico bajo la dirección de la debutante Secretaria designada del Departamento de Educación de Puerto Rico, Dra. Yanira Raíces Vega, me parece pertinente dedicar nuestra columna a lo que consideramos la entidad más importante de todas las agencias gubernamentales por su misión ministerial para el desarrollo social, cultural, intelectual y económico de nuestro País. De hecho, algunos visionarios sostienen que el Departamento de Educación es más importante para nuestro pueblo que nuestro propio gobierno. En ese sentido, cierro filas con los que piensan que la descomposición social por la que atraviesa Puerto Rico a la altura del Siglo 21 es un inequívoco reflejo de nuestro propio sistema educativo. Es decir, ningún pueblo es capaz de desarrollarse al máximo de sus potencialidades sin el protagonismo de un sistema educativo eficaz y a la altura de los tiempos. Ello, en función del desarrollo integral de las nuevas generaciones.
De ahí que los académicos más optimistas se hayan referido a nuestro Departamento de Educación como la “joya de la corona” cuyo presupuesto operacional ($9 billones anuales entre fondos gubernamentales y federales) la han convertido en la agencia gubernamental de mayor riqueza presupuestaria para ejercer su responsabilidad ministerial. De hecho, entre las críticas más severas que se les han hecho al Departamento de Educación podríamos destacar la “ausencia de una filosofía educativa que responda a un Plan de País dirigido a fortalecer y rescatar nuestra propia esencia como pueblo caribeño y latinoamericano. Ya lo dijo Nelson Mandela: “La educación es el instrumento más poderoso con que podemos cambiar el mundo”.
Entonces, cabe preguntarnos: ¿Educar para quién? ¿Cuán responsable ha sido nuestro Departamento de Educación ante la fuga masiva de puertorriqueños, particularmente de jóvenes talentosos y productivos, durante las pasadas dos décadas? Datos del propio censo indican que cerca de medio millón de puertorriqueños han abandonado el país desde el año 2000 a esta fecha. Actualmente, más de 5.4 millones de boricuas y sus descendientes residen en Estados Unidos, casi el doble de los que aún vivimos en Puerto Rico.
A parte de los vergonzosos escándalos de corrupción protagonizados por dos ex secretarios, Víctor Fajardo y Julia Keleher, así como también la alta dosis de politización, burocratización, amiguismo e impericia administrativa, no es menos cierto que el nivel de productividad académica de amplios sectores de nuestro estudiantado ha dejado mucho que desear. Recuérdese igualmente que la matricula estudiantil se ha reducido de unos 750,000 estudiantes a poco menos de 255,000 alumnos durante los pasados 20 años. Ello ha provocado el cierre de alrededor de 800 escuelas diz que por falta de matrícula estudiantil.
No quisiéramos pensar que el colapso institucional por el que atraviesa la educación pública haya formado parte de un plan concertado para despoblar y desplazar la población puertorriqueña.