Por: Myrna L. Carrión Parrilla
La fragilidad de la vida es algo a lo que muchas personas no prestan mucha atención, igualmente, ignoran que su existencia puede acabar en cualquier instante. Es impresionante ver cómo muere gente a nuestro alrededor, personas que ayer saludamos y hoy ya no están.
Desde la fe, veamos lo que se dice la Biblia sobre esa fragilidad de la vida, de la existencia humana:
“¡Qué frágil es el ser humano! ¡Qué breve es la vida, tan llena de dificultades! Brotamos como una flor y después nos marchitamos; desaparecemos como una sombra pasajera.” (Job 14:1-2).
Igualmente, el Salmo 103:15-16, nos ilustra la corta vida del hombre:
“El hombre es como la hierba, sus días florecen como la flor del campo: sacudida por el viento, desaparece sin dejar rastro alguno.” (Salmo 103:15-16).
La realidad es que cada día más nos enfrentamos a esta realidad. No sé ustedes, pero yo no recuerdo de niña o más joven escuchar de tantas personas que partieran inesperadamente, jóvenes o en edades que comúnmente las personas están activos y productivos.
Lo común, hace años, era ver partir a los muy mayores, a los enfermos y muy rara vez enfrentábamos muertes inesperadas, sin embargo, de un tiempo para acá observamos otra cosa, que desde la perspectiva humana podemos plantearnos si es por la prisa de la vida, si por el exceso de confianza, si por el estrés o la pérdida de valores y la poca fe, por tantas enfermedades, por descuido o por de todo esto un poco, que vivimos unas experiencias diferentes.
Cientos de familias y amigos ven desvanecerse la vida de seres queridos, madres enterrando hijos, accidentes impresionantes nunca vistos, en fin, momentos humanamente de inmenso dolor.
Pero desde la fe, si confiamos en un Ser supremos entenderemos que “nadie se va en la víspera” que nos llaman cuando estamos listos para partir, que la vida sin duda es frágil pero cuando hacemos el recuento de vida de los que se nos adelantan, vemos que han vivido a plenitud, que han sembrado y dejado huellas que en la rutina de la vida muchas veces no nos percatamos.
Quien ha vivido estas experiencias podemos dar testimonio, de que buscar explicaciones humanas no ayuda, sólo nos enreda en el inmenso misterio de la vida, misterio que si pretendemos encajonarlo a las limitaciones humanas, sólo nos destruirá, mortificará y destruirá poco a poco, hay que confiar, tener fe y vivir agradeciendo lo que se tuvimos y lo que fue quien partió.
¿Que hay dolor humano?, claro que hay inmenso dolor porque amamos y no somos de palo, pero vivir desde la fe ayuda a entender la fragilidad humana y que sabemos cuando nacemos, pero nunca cuando partiremos.
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