La glocalización del criollismo (parte II)
- Editorial Semana
- 12 jun
- 3 Min. de lectura

Por: Juan Illich Hernández
Desde que el fenómeno de la globalización comenzó a redescubrir sus andanzas durante el pasado siglo a nivel Occidental, en plena segunda postguerra mundial la sociedad del consumo inició el plan de retomar lo autóctono o local como parte integral de su cuerpo socioeconómico. Mediante este innovador movimiento demoledor de incorporar cualquier tipo de cosa miscelánea, sea en el caso de Puerto Rico con la cadena de comidas rápidas como Burger King o McDonald’s en este caso te realizan un desayuno a lo “criollo”. Este efecto de traspaso de lo global hacia lo local ha hecho de nuestra cuestión identitaria algo confuso y conflictivo.
Lo característico de esta transfusión consanguínea entre lo internacional con lo local es que ha sido una ultrarrápida. El sociólogo Jorge Ritzer (1993) señala que este fenómeno de la invasión del modelo de negocios fast-foods como McDonald’s en sociedades que se encuentran altamente desarrolladas o en vías de desarrollo lo que intentan hacer es uniformar no solo la sociedad y cultura, sino también lo identitario. Quiérase decir, que, en el caso de este último, más bien reajustan los menús de acuerdo al contexto que vayan a implantarse con el objetivo de ofrecer dentro de esa región la aculturación, ciertos platos típicos, sabores específicos e ingredientes peculiares bajo una cálida ambientación disque “criolla” bajo el embate de los ismos.
Es en ese sentido, que esa gran ingeniosidad de traer a colación ese entrelace con el criollo provino de la misma sociedad del consumo la cual tuvo su salto a la luz en esa violenta y experimental transición de los años 60’s a 70’s. Una vez logra sentar esta sus bases socioculturales no solo en los Estados Unidos, sino también en Puerto Rico, el elemento integral de lo identitario comienza a desintegrarse y distorsionarse más de lo imaginado. Tales señalamientos, mejor ilustrados no pueden estar en la icónica novela “La Guaracha del Macho Camacho” de Luis Rafael Sánchez (1976) donde es evidenciado y hasta tallado cómo la avalancha mediática internacional/colonial influencia venenosamente la mentalidad de los puertorriqueños.
Gran parte de todo este interminable debate de si somos o no somos parte de los Estados Unidos e inclusive Latinoamericanos acontece caóticamente en esos interines de los años 70’s a 80’s, pero sobre todo en pleno desarrollo populista y estratégico del Proyecto Manos a la Obra impuesto por Luis Muñoz Marín. Gracias a ese supuesto proceso de industrialización y modernización en el país se fracturaron por completo las diversas piezas claves de representatividad y orgullo patriótico, justamente como es el caso del himno o el color del triangulo de la bandera. Aunque parezcan superficiales tales cambios, el fenómeno imparable de la globalización ha hecho posible la reconstrucción de un discurso e imaginario social capaz de absorber la atención de los puertorriqueños por medio de lo que son sus gustos, tradiciones, lenguajes, música, etc.
A través de esas estratégicas movidas realizadas por el impacto de la implantación de una sociedad de bienes y servicios es que lo local se ha ido fusionando con lo internacional para hacer de esa cosa algo rentable. Evidentemente, este vaivén de lo local ya lo hemos vivido a flor con el interminable dilema del criollismo desde hace más de 127 años de coloniaje. Sin embargo, hoy día, lo que tenemos que temer realmente, son los giros socioculturales, psicológicos, geográficos, económicos y políticos que filtra el hiperconsumo en las plataformas digitales puesto que corremos el riesgo de terminar de desvanecer la esencia histórica y autenticidad criolla. (Continuará)
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