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La infección por micoplasma o neumonía atípica


Redacción EDITORIAL SEMANA

redaccion@periodicolasemana.net


Según información que ofrece el Departamento de Salud de los Estados Unidos, en su página health.gov, la infección por micoplasma es una enfermedad respiratoria ocasionada por el Mycoplasma pneumoniae, un organismo microscópico relacionado con las bacterias.


Aunque ésta ocurre a lo largo de todo el año, es más común a finales del verano y en el otoño. Pueden ocurrir brotes colectivos de gran difusión, en intervalos de cuatro a ocho años y cualquier persona puede contraer la enfermedad. Sin embargo, afecta con mayor frecuencia a niños mayores y adultos jóvenes.


El micoplasma se contagia a través del contacto con partículas de secreción de la nariz y de la garganta de personas infectadas, especialmente cuando tosen y estornudan. Se cree que la transmisión requiere el contacto cercano prolongado con una persona infectada. El contagio en familias, colegios e instituciones ocurre lentamente. El período de contagio es probablemente inferior a 10 días y ocasionalmente más largo.


Los síntomas típicos incluyen fiebre, tos, bronquitis, dolor de garganta, dolor de cabeza y sensación de cansancio. Un resultado común de la infección por micoplasma es neumonía, la que suele ser leve y raramente requiere hospitalización. También se pueden presentar infecciones del oído medio (otitis media), que pueden persistir desde algunos días hasta más de un mes. En general, los síntomas comienzan entre 15 y 25 días después de la exposición. Los síntomas generalmente se desarrollan lentamente, a lo largo de un período de dos a cuatro días.


Dicha infección generalmente se diagnostica con base en síntomas típicos. Un análisis de sangre no específico (aglutininas frías) resulta útil para el diagnóstico definitivo, aunque no siempre sea positivo. La utilización de pruebas de laboratorio más específicas se limita muchas veces a investigaciones especiales de brotes. Si bien se produce la inmunidad después de una infección por micoplasma, ésta no dura toda la vida. Suelen ocurrir segundas infecciones, que pueden ser más leves. No se conoce la duración de la inmunidad.


Por otro lado, antibióticos como la eritromicina, la claritromicina o la azitromicina son eficaces para el tratamiento. Sin embargo, debido a que la infección por micoplasma suele resolverse sin ayuda, no siempre es necesario el tratamiento de síntomas leves con antibióticos.


Actualmente no existen vacunas para la prevención de la infección por micoplasma y no existen medidas eficaces y confiables para su control. Así como con cualquier enfermedad respiratoria, las personas deben cubrirse el rostro al toser o estornudar.


(Referencia: Department of Health, Infección por micoplasma (neumonía), https://www.health.ny.gov/es/diseases/communicable/mycoplasma/fact_sheet.htm, 2004).

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