
Por: José “Conny” Varela
Semanas antes de las primarias de los partidos locales, un reportaje publicado a mediados de junio por un reconocido periódico de la capital alertó que podrían quedarse sin completar la mitad de las obras de reconstrucción de daños ocasionados por los fenómenos catastróficos que impactaron a Puerto Rico desde 2017.
Según la noticia, están en riesgo obras pendientes o en proceso de construcción, como la Central Eléctrica de San Juan, una nueva facilidad medico-hospitalaria para Vieques, varias escuelas del Departamento de Educación, los recintos de la Universidad de Puerto Rico, obras de la Administración de Vivienda Pública, la Compañía de Fomento Industrial y de los municipios (Caguas incluido). Tanto la entonces directora de la Autoridad de Acueductos y Alcantarillados, Ing. Doriel Pagán Crespo, como el exdirector ejecutivo de la Oficina Central de Recuperación, Reconstrucción y Resiliencia (COR3, en inglés), Ing. Manuel Laboy Rivera, admitieron esta posibilidad a preguntas de la prensa.
Ante el evidente inmovilismo por parte de la entonces administración de Pedro Pierluisi, el electorado del PNP le otorgó su confianza a la entonces aspirante a la gobernación Jenniffer González Colón, para asumir la candidatura a la gobernación. Bajo la consigna de que “Puerto Rico va por mal camino”, se proyectó como la líder que aceleraría las obras pendientes de construcción, en un País donde por los pasados 10 años (posiblemente más), la economía de Puerto Rico se ha visto literalmente estancada. Recordamos cómo la ahora gobernadora dijo en su mensaje inaugural del 2 de enero: “voy a cumplir lo que prometí”.
Hoy, dos meses más tarde, los que de buena fe le prestaron su voto ven con decepción el derroche de dinero público de una “gira gubernamental” a Washington, para “cabildear” por un ideal político rechazado por la mayoría de los votantes (gasto altamente cuestionable). Aún sabiendo que no hay ambiente alguno para atender ese tema por parte del gobierno del Partido Republicano de Estados Unidos, el cual domina tanto la presidencia, como el Senado y la Cámara de Representantes, su obsesión puede más que el cumplimiento de sus compromisos y deberes por los cuales fueron aclamados en las urnas.
Al olvido queda el reclamo a la capital federal de prioridad del desarrollo económico, la paridad en fondos federales, la reconstrucción de la maltrecha red eléctrica…¡para eso no hay tiempo! Esta administración demuestra que no tienen prioridades claras. Solo tienen tiempo para el gasto alegre y para poner en serio riesgo el futuro de nuestro País.
El autor es representante a la Cámara por el Distrito 32 de Caguas
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