Editorial Semana
La política en el deporte parte (III)

Por: Juan Ilich Hernández
En estos momentos históricos ha ido desempolvándose con mayor recurrencia el fenómeno sociopolítico del “sportwashing” o el “lavado deportivo” el cual es una práctica muy particular de las grandes potencias mundiales para subsanar, limpiar e incluso maquillar las grandes atrocidades económico-políticas que ha arremetido tal país con sus civiles. Este hecho social donde cobró mayor impacto a nivel sociohistórico fue en el 1936 en la Alemania Nazi celebrados en Berlín. Los juegos olímpicos de verano fueron celebrados en pleno desarrollo de la segunda guerra mundial, gran depresión socioeconómica, levantamiento del tercer Reich o la Alemania nacionalsocialista, los múltiples genocidios desatados en principios de siglo XX como Holodomor, entre otros sucesos hizo que desplegaran los ejercicios de blanqueamiento sociopolíticas vía el deporte.
A raíz de estos acontecimientos de carácter desarrollistas y proselitistas para la reconstrucción de la imagen progresista e incluso triunfadora del país sede, se desatan un sinnúmero de fechorías de corte pornográfica no solo ante su nación, sino también mano de obra. Dicho dato, hoy mantiene una notoria latencia cuándo comenzamos a buscar en esta época moderna tardía una línea cronológica de los múltiples “blanqueamientos deportivos” que se han realizado para atenuar las viles masacres, saqueos e injusticias que arrastra consigo estos grandes eventos deportivos. Otros ejemplos de estos “lavados deportivos” a nivel mundial son: Río de Janeiro 2014, Rusia 2018, Arabia Saudita en el 2019, etc.
Desde los juegos olímpicos celebrados en Berlín 1936 hasta Qatar 2022 continúa haciéndose una agresiva y constante propaganda, tanto política como económica, que entre estos países existe una plena armonización entre el Estado y su pueblo. De esta manera va escenificándose el perfecto crimen de darle a los espectadores lo que desean consumir y contemplar. Es en ese sentido, que se eliminan por completo todos esos atropellos y delitos contra los más vulnerables (la clase trabajadora y subordinados).
Si descomponemos un poco más este dato histórico, va desprendiéndose del mismo un importante hallazgo realizado por el periódico español “El País” el cual subraya, que desde el 2010 más de 6,500 trabajadores migrantes podrían haber perdido sus vidas en las distintas construcciones opulentas que fueron hechas para la copa mundial de la FIFA (Federación Internacional de Futbol Asociado). Además, todo este vasto personal aparte de poner sus vidas en riesgos, a su vez son una población excluida por el mismo gobierno de Qatar.
Este pleito catarí se ha intentado ilustrar por diversas plataformas y medios de comunicación como DW (Deutsche Well) Noticias, al igual que sus severas políticas de dicho régimen autárquico y monárquico que privilegia al hombre sobre la mujer. Sin embargo, al momento de hacer el ejercicio de libertad prensa, lo menos que se realiza es eso, debido a que el ministerio de defensa y mismo país les beneficia para que el mundo tenga otra proyección sobre Qatar.
Es importante mencionar, para que Qatar fuera sede en el 2022, tuvo antes que todo el de curarse en salud y mover toda su maquinaria monetaria con el fin de opacar los múltiples escándalos armamentísticos, sexistas, etc. que llevan sus prácticas socioculturales. A la luz de este suceso, los catarís jugaron todas sus fichas estratégicas de difusión para que sus estadios, edificaciones arquitectónicas, atracciones culturales tomaran otro giro representativo sobre la psicología de masas.
Queda claro, que, si no existe una clara transparencia entre el cuerpo gubernamental no solo con sus atletas, sino también con civiles, la vía del blanqueamiento será su respuesta…