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La psicología de la liberación

Foto del escritor: Editorial SemanaEditorial Semana



Por: Juan Illich Hernández


Muchos de nosotros podremos pensar, que al escuchar dichos términos “psicología de la liberación” nos estamos refiriendo a tan solo un enfoque despolitizador del campo psicológico. Sin embargo, tales señalamientos no meramente descansan en este punto específico, sino más bien a la ejercitación, tanto individual como colectiva de la autoconciencia. Siguiendo por esta línea de pensamiento filosófico, pensadores como Hegel y el mismo Kant plantean la necesidad de incurrir a un “yo” autónomo para que así empleemos pleno dominio de nuestro mundo perceptible/sensible.


Así que, el ser humano tiene como responsabilidad ético- social el asumir su rol o papel histórico como máxima ley universal. Es decir, que nuestra voluntad de ser pueda significarse y a su vez valerse con lo que verbalizamos, plus accionamos consecuentemente. De este modo no solo obramos para cosechar un bien común a nivel sociopolítico e histórico- cultural, sino también ético- moralmente. El que siempre haya sido esto normativa de vida desde los tiempos de antaño, no significa del todo que sea practicado religiosamente en diversos ecosistemas y latitudes del mundo. Detractores muy peculiares como el poder, obsesión compulsiva, egolatría, avaricia, burocratización, entre otros, han hecho posible la desintegración de toda sociedad y/o ser humano.


Es en ese sentido, que ante tanto revuelo, desesperanza e incertidumbre psicoemocional es meritorio el propulsar una psicología de la liberación, justamente como la expone su artífice Martin Baró (2004). Este nos dice: “La liberación de los pueblos es un proceso que implica una ruptura, tanto de las cadenas de la opresión personal como con las de la opresión social”. Desde este enfoque es que nosotros debemos en el aquí y ahora poner en práctica asidua la combatividad autocrítica/ autoconsciente contra el venidero cataclismo económico- político que nos espera bajo el reordenamiento político “trumpista”.


Sonaría algo fútil el que dentro de una colonia y sistema económico neoliberal se practicara la autogestión y a su vez el proceso de la liberación. No obstante, toda búsqueda por esa emancipación inicia desde el interior. Quiérase decir, que bajo la introspección y la misma expiación es que reeditamos e incluso reintroducimos la nueva narrativa del estado de “awarness” o “darme cuenta”.


La situación actual de Puerto Rico es una que cada vez augura incertidumbre, por lo que apostar a las armas de la liberación resulta indispensable para dignificar al ser humano. Y qué mejor metodología que la acción directa de la acción, reflexión y transformación. Mas allá de que se sitúe la determinación particular de cada contexto, señala Martín Baró (2004) “la determinación del sistema de producción que habita en nuestro medio impone la producción y los intereses del productor como criterio último del quehacer social” (p.187). Por tal razón, es que la acción social, aunque para muchos aparente ser algo práctico a su vez resulta ser otra forma de armar la historia de los pueblos. Es por ello, que tenemos que articular ante cualquier obstaculización sociopolítica e ideológica el situar a la psicología a nivel contextual e histórico, ya que de esta manera digerimos más conscientemente los diversos procesos de opresión e insurrección.


Con estos señalamientos sobre la mesa, no pretendemos desarrollar una inminente autoconcienciación y muchísimo menos un proyecto social utópico, sino más bien lo que intentamos impulsar es encaminar el ejercicio de la reflexividad. En tiempos de desesperanza, angustia y reordenamiento geopolítico, el mantener viva la experiencia del concepto como también del pensamiento, justamente como nos diría Hegel son desde la psicología, estrategias de autogestión y autodeterminación que abonan a la liberación.


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