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  • Foto del escritorEditorial Semana

Marisol: inspiración para Puerto Rico


Por: Lilliam Maldonado Cordero


Cuando a Marisol Malaret le colocaron aquella corona de Miss Universe en 1970 yo apenas comenzaba la escuela elemental, pero su triunfo se quedó grabado en mi memoria. Recuerdo que un gran número de gente se arremolinó a la vera de la avenida Baldorioty De Castro para verla pasar. Los demás, desde cada rincón de la isla, nos sentamos frente a nuestros televisores -la mayoría blanco y negro- a ver su magnánimo recibimiento. Sus ojos delicados, su belleza y sonrisa transmitían dulzura. Este acontecimiento abrió un mundo de ilusiones, sueños y posibilidades para muchas niñas que, como yo, desconocíamos que una mujer podía ser tan grande como el universo.


Antes de Marisol, los certámenes de belleza no causaban la sensación que hoy producen en Puerto Rico. Ella abrió un mundo de posibilidades para las niñas y jóvenes que no sabíamos que podíamos conocer el planeta, su gente y culturas y, por qué no, desfilar sobre una pasarela vistiendo trajes primorosos. Hoy día, los certámenes se han transformado en plataformas para que mujeres inteligentes, hermosas y profesionales de muchos países del mundo compartan experiencias y, de entre ellas, se pueda lograr la difícil misión de seleccionar una de ellas como ganadora. Y aunque no todo es miel sobre hojuelas tras bastidores ni cuando culmina el concurso, el saldo es que miles de jovencitas y mujeres que disfrutan del modelaje y los concursos pueden adelantar su agenda personal y profesional.


Algunas personas desdeñan los certámenes de belleza en los que participan mujeres, tildándolos como pérdida de tiempo, o “mercados de carne”, y a sus participantes como “bellezas sin cerebro”. Estos insultos, lejos de faltar a la verdad, son otra manifestación de desdén hacia los esfuerzos de las jóvenes mujeres que buscan abrirse otro camino para alcanzar sus metas.


Los mejores ejemplos son nuestras reinas, que son arquetipo de inteligencia y talento en el mundo empresarial, las comunicaciones y las artes. Una vez Marisol concluyó su misión como nuestra embajadora de la belleza, destacó como excelente presentadora, comunicadora y empresaria. Igualmente se han proyectado en sus campos profesionales Déborah Carthy Deu, Dayanara Torres, Denise Quiñones y Zuleyka Rivera.


A través del mundo y en representación de otros certámenes, otras mujeres han constituido un modelo de perseverancia y aspiración para millones de jovencitas, la mayoría de extracción humilde que descubren que es posible soñar y alcanzar ambiciones si se trabaja con perseverancia y honestidad.


Marisol Malaret fue una gran inspiración para mí desde niña, no solo por haber sido Miss Universe. Lo fue porque retó su extracción social humilde, huérfana criada por su tía, que reconoció el valor del trabajo y la profesionalización de las mujeres para abrirse paso a través del mundo tan competitivo, dispar e inhospitalario que tenemos que enfrentar.


El paso de Marisol a la eternidad debe constituir una invitación para mirar con admiración y respeto a las jóvenes y mujeres que se abren camino, ya sea en el modelaje, los concursos de belleza, el deporte y las profesiones en las que tradicionalmente se desenvuelven los hombres. Ese respeto debe incluir un trato equitativo, no solo al facilitar su acceso a estas oportunidades sino en que sean tratadas como iguales, en el derecho a recibir igual paga por igual trabajo y en proveerles las herramientas para su pleno desarrollo.


Gracias, Marisol. De todo lo que he logrado en la vida hay un pedacito que te pertenece. Que brille para ti la luz perpetua. Descansa en paz

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