Por: Jesús Santa Rodríguez
El desempeño caótico en la transmisión y generación de la energía eléctrica en este país por parte de LUMA y GENERA-PR vuelve a adquirir visibilidad protagónica a causa del descalabro operacional de estas privatizadoras que prometieron mucho sin estar a la altura del deber contraído contractualmente. Hoy, decenas de miles de puertorriqueños en Santa Isabel, Coamo y Aibonito -y otros más a través de toda la isla- están sin servicio eléctrico desde hace casi dos semanas por haber quedado inoperantes las líneas de distribución que suplen la subestación de Santa Isabel. A raíz de esta falla, unos 10,000 clientes se encuentran sin servicio eléctrico, y temprano esta semana ya se adjudicaba a esta falta de luz la muerte de, al menos, tres personas. El pronóstico de LUMA para estas familias era que estarían siete semanas más sin servicio, pero el pueblo le salió al paso.
Esta crisis tiene un efecto en la vida de los clientes que sufren por no poder conservar ni preparar alimentos, refrigerar sus medicamentos o refrescarse del calor. También, cientos de negocios que suplen bienes y servicios a los residentes de esos pueblos, así como quienes trabajan desde sus hogares, sufren por el gasto excesivo en combustible para energizar sus generadores y seguir aportando con sus emprendimientos a sus municipios y al país.
En contraste con el testimonio de muchos que han podido comer caliente y refrigerar sus medicamentos gracias a los pequeños comerciantes de estos pueblos, LUMA brilla de insensibilidad porque miles de personas sufren por las altas temperaturas de esta ola de calor histórica. En expresiones de su presidente, este aceptó que el trasformador eléctrico que falló y que ocasionó los prolongados apagones ya había excedido su vida útil hacía décadas, cosa que, dice, notó hace 10 meses en una evaluación, pero no sirvió para hacer el trámite para reemplazarlo. Ahora, están en medio de una campaña con un lema incoherente en contenido y práctica: “mejoras planificadas de emergencia”, revela que operan bajo la improvisación.
Naturalmente, muchos se aventuran a decir que LUMA lleva en el país solo tres años. Sin embargo, recordemos que la transición a LUMA fue, en gran medida, para mejorar el desempeño en la operación y el mantenimiento de las líneas de transmisión y distribución, antes a cargo de la AEE. El hecho es que, para ser contratada, LUMA hizo la representación de que podía acometer las mejoras de forma planificada y el mantenimiento. A cambio, recibe mucho más dinero que el que costaba la operación de la AEE por el mismo trabajo.
El gobierno no puede seguir dando por bueno el pobre y hasta peligroso desempeño de LUMA. Existen opciones que pueden ser exploradas para acometer la tan necesaria renovación de nuestro sistema de transmisión y distribución energética. Si LUMA no ha podido dar pie con bola, hay que moverse con prontitud para encontrar opciones que permitan cumplir con la provisión del servicio y el resto de los objetivos que nos hemos trazado para tener una red eléctrica robusta y confiable que propenda a un mayor dinamismo económico.
Comments