Editorial Semana
Natalicio de Lola Rodríguez de Tió

Por: Prof. Luis Dómenech Sepúlveda
“Vámonos borinqueño, vámonos ya, que nos espera ansiosa, ansiosa la libertad” (Lola Rodríguez de Tió)
Definitivamente, Lola Rodríguez de Tió fue una valiente e insobornable patriota independentista adelantada a los tiempos en épocas en que la represión colonial impuesta por el autoritarismo militar español contra el independentismo puertorriqueño era de dimensiones inimaginables. Nacida en San Germán el 14 de septiembre de 1843 bajo el nombre de Dolores Rodríguez de Astudillo y Ponce de León, la poetisa, ensayista, periodista y educadora sangermeña se educó en las escuelas primarias y secundarias de San Germán y Mayagüez desarrollando, desde su temprana adolescencia, una profunda pasión por la poesía patriótica y la independencia de Puerto Rico.
A sus 20 años contrajo nupcias con el periodista mayagüezano, Bonocio Tió, de cuyo matrimonio nacieron sus hijas Patria y Mercedes, la segunda de las cuales falleció a los tres años de edad. Su profundo sentimiento por la independencia de Puerto Rico la motivó a escribir, en 1867, la letra del Himno Revolucionario de Puerto Rico bajo el título “La Borinqueña”, entonado por primera vez durante el Grito de Lares el 23 de septiembre de 1868. Demás está decir que las autoridades españolas la declararon “non grata” por el contenido y significado del himno revolucionario y, como tal, fue desterrada de Puerto Rico junto a su esposo en 1877 viéndose forzados a exiliarse en Venezuela.
Su reconocimiento en Venezuela como patriota, poetiza y escritora puertorriqueña fue de tal magnitud que fueron invitados para apadrinar la boda del prócer, Eugenio María de Hostos y su joven esposa, Belinda de Ayala. Luego de tres años en Venezuela, Lola regresó a Puerto Rico donde fue reconocida y condecorada por su obra literaria. Sin embargo, por sus abiertas inclinaciones independentistas, una vez más fue perseguida y acosada por la Ley del Componte impuesta por el siniestro gobernador Romualdo Palacios. Ello provocó su segundo destierro de Puerto Rico y enviada a Cuba en 1889. En Cuba también confrontó problemas ideológicos con el gobierno fascista y autoritario de entonces viéndose forzada a radicarse en la ciudad de Nueva York. Allí conoció al apóstol cubano, José Martí mientras éste organizaba la liberación nacional de Cuba con un ejército de patriotas cubanos, dominicanos y puertorriqueños. Recuérdese que José Martí se había comprometido con la independencia de Puerto Rico una vez se lograra la independencia de Cuba.
Concluida la Guerra Hispanoamericana de 1898, Lola Rodríguez de Tió regresó a Cuba siendo designada Inspectora de Educación. Allí se consagró con su poesía “Cuba y Puerto Rico son/de un pájaro las dos alas/reciben flores y balas /sobre el mismo corazón”. Dicho poema es un tributo testimoniar de la hermandad histórica entre ambos países antillanos. Previo a su fallecimiento, 10 de noviembre de 1924, Lola Rodríguez de Tió había impartido instrucciones de preservar sus restos mortales en el Cementerio de La Habana hasta que Puerto Rico lograra su propia independencia.
Tras su fallecimiento en 1910, Rubén Darío la bautizó “Hija de las islas”.