Por: Prof. Luis Dómenech Sepúlveda
“La educación es el instrumento más fuerte con que podemos cambiar el mundo” (Nelson Mandela)
Cuando estudiamos el perfil y las estadísticas socioeconómicas de los pueblos, no podemos menos que concluir que el neoliberalismo, entiéndase, el capitalismo depredador de nuestros tiempos, nunca ha sido beneficioso para las grandes mayorías sino para las oligarquías privilegiadas y los amigos de la casa. Conviene saber que neoliberalismo como tal, ha sido definido por las entidades pertinentes como “la teoría política y económica que tiende a reducir al mínimo la intervención del gobierno en los asuntos públicos. Esta teoría se fundamenta en la libertad económica y el libre mercado cuyos pilares fundamentales incluyen la privatización, la desregulación y la reducción de los gastos públicos. Como se recordará, este sistema de gobierno fue promovido durante la década de 1980 por Margaret Thatcher, Primera Ministro del Reino Unido; Ronald Reagan, presidente de Estados Unidos y Augusto Pinochet, siniestro dictador golpista del pueblo chileno. A partir de entonces, los gobiernos occidentales se abrazaron al corrupto mecanismo de privatización de hospitales, servicios de transportación, autopistas, parquímetros y el cierre masivo de escuelas públicas en detrimento del desarrollo educativo de las grandes mayorías de la raza humana.
A mi juicio, el neoliberalismo ha resultado ser lo más cercano a la teoría de “sálvese quien pueda”. De ahí las grandes injusticias y desigualdades sociales, económicas y educativas que agobian a la gran mayoría de los pueblos contemporáneos. Los grandes beneficiados han resultado ser los amigos de la casa y las oligarquías privilegiadas que multiplican sus riquezas descaradamente a cuenta de la miseria humana y los tesoros públicos. Estos son, precisamente, los privilegiados que controlan el 95% de la riqueza mundial a pesar de que solo representan menos del 5% de la ciudadanía.
Por tanto, la educación pública ha sido uno de los servicios esenciales más afectados ante los tentáculos del neoliberalismo depredador. Ello ha sido porque a los gobiernos neoliberales no les conviene desarrollar las capacidades intelectuales de las grandes mayorías. De ese modo los gobiernos pueden mantener control absoluto sobre sus pueblos. Estos son los gobiernos que pretenden perpetuarse en el poder mediante la manipulación mediática, el tráfico del miedo paralizante y la corrupción descarada.
Eugenio María de Hostos, máximo exponente entre los educadores puertorriqueños, se refería a la “educación como la guía para la formación de un ser humano completo. Hostos sostenía, además, que la educación implica la unidad íntima de las diferentes dimensiones del ser humano: cuerpo, intelecto, sensibilidad, voluntad, conciencia ética y sociabilidad. Por tanto, la educación no se limita al desarrollo de conocimiento y destrezas intelectuales, sino también al desarrollo de valores y la apreciación de lo bello, lo bueno y lo verdadero. Es decir, para Hostos la meta fundamental de la educación es dotar al ser humano de libertad para dirigir su propia vida con responsabilidad y sabiduría.
Ya lo dijo José Martí: “educar es elevar a la niñez a la altura de los tiempos”.
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