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No queremos reyes, reinas, cómplices, ni cortesanos

  • Foto del escritor: Editorial Semana
    Editorial Semana
  • 19 jun
  • 2 Min. de lectura

Por: José “Conny” Varela


A la Calle Fortaleza, que desde el verano de la expulsión de Ricky Roselló se rebautizó como la Calle de la Resistencia, volvió la voz de multitud de hombres y mujeres que viven el día a día de nuestra patria. Cientos de personas se alzaron bajo la consigna “Puerto Rico es tierra de migrantes”, y en el grito de afirmación se mezcló el rechazo a la imagen de la gobernadora Jenniffer González con el repudio a las políticas abusivas e inhumanas del presidente Trump.


La protesta, en parte inspirada por el movimiento nacional norteamericano No Kings, no solo fue una denuncia contra las políticas migratorias de Trump, sino un grito de indignación hacia quienes, desde La Fortaleza, han optado por ser sus cómplices.


El presidente Trump, en su segundo mandato, ha intensificado una agenda migratoria abiertamente racista y autoritaria. Las redadas masivas, la militarización de comunidades y la criminalización de la diversidad racial no son simples políticas: son actos de violencia gubernamental. En Puerto Rico, esa violencia encontró eco en la entrega de datos migratorios por parte del gobierno local a agencias federales.


Jenniffer González, sumisamente ha puesto a disposición de la tiranía de Trump todos los recursos estatales para adelantar su política de terror. Ya hemos dicho, y con estos eventos lo confirmamos, que Jenniffer González no representa los valores del pueblo puertorriqueño. Tanto es así, y tan evidente es, que en menos de seis meses su administración ha despertado un sentimiento generalizado de vergüenza y rechazo en gran parte del electorado que votó por ella en las pasadas elecciones.


La Gobernadora González debe ser consciente de que el movimiento No Kings no es solo una protesta contra un presidente que actúa como un rey déspota, sino también una advertencia a quienes asumen puestos de autoridad y luego olvidan que el poder representativo emana del pueblo y no es carta blanca para el autoritarismo.


Puerto Rico es una nación democrática. Sabemos esperar horas para emitir nuestros votos en las urnas, pero, también sabemos cuándo juntar nuestros brazos y hacer resistencia para corregir el camino tiránico de quienes nos representan mal.


La Calle de la Resistencia siempre estará en su sitio para acoger a la multitud que formamos aquellos que no queremos reyes, reinas, cómplices, ni cortesanos.


El autor es representante por Caguas en la Cámara de Representantes

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