Editorial Semana
Nuestra bandera: símbolo de una nacionalidad

Por: Prof. Luis Dómenech Sepúlveda
Hoy, 22 de diciembre de 2022, se celebra el 127 Aniversario del origen de nuestra bandera diseñada y adoptada por un grupo de patriotas puertorriqueños reunidos en el Chimney Hall de Nueva York en 1895. La misma es una replica invertida de la bandera cubana concebida como tal por el manatieño, Antonio Vélez Alvarado, en agradecimiento al Partido Revolucionario Cubano, dirigido por el prócer, José Martí, comprometido entonces con la independencia de Puerto Rico una vez lograran la suya propia. Este grupo de patriotas boricuas se había constituido en la Sección de Puerto Rico por la independencia de Cuba contra el régimen español tras cuatro siglos de colonialismo. Por tanto, podríamos concluir que las raíces de nuestra bandera son esencialmente “neuyorican”.
Lamentablemente, José Martí, uno de los libertadores más emblemáticos de América, había sucumbido ante las balas del colonizador español el 19 de mayo de 1895, apenas unos días después de haber llegado a suelo cubano para dirigir la Guerra de independencia. De hecho, varios puertorriqueños, entre ellos los hermanos Wenceslao y Gonzalo “Pachín” Marín, murieron en combate defendiendo la emancipación del pueblo cubano. De ahí el emblemático poema de Lola Rodríguez de Tió en testimonio a la solidaridad entre ambas Antillas: “Cuba y Puerto Rico son / de un pájaro las dos alas / reciben flores y balas / sobre el mismo corazón”
Cabe subrayar que nuestra bandera nacional fue desplegada por primera vez en suelo puertorriqueño durante la “Intentona de Yauco” en marzo de 1897. Dicha revuelta, reconocida como la última rebelión contra los españoles, fue encabezada por Fidel Vélez y José Román Maldonado, alias “Águila Blanca”, quienes marcharon desde el barrio Susúa de Yauco enarbolando nuestra “Mono estrellada” con el objetivo de tomar control del Cuartel de la Guardia Civil. Casualmente, en noviembre de ese mismo año (1897) España nos concedió la Carta Autonómica con la cual nos otorgaba mayores poderes, derechos y libertades soberanas.
A partir de la invasión del 25 de julio de 1898, tanto la Carta Autonómica como la bandera de Puerto Rico fueron proscritas por el régimen colonial estadounidense. Posteriormente, el Tratado de Paris (10 de diciembre de 1898) nos declaró “territorio no Incorporado” (pertenecemos a, pero no somos parte de) a cambio de $20 millones de indemnización a favor de los españoles.
Solamente Pedro Albizu Campos y Gilberto Concepción de Gracia tuvieron la valentía de desafiar las leyes estadounidenses manteniendo en alto el honor y la dignidad de nuestra bandera nacional. Desde entonces la bandera de Puerto Rico se ha ganado, por derecho propio, un espacio prominente en el corazón, la identidad y la conciencia nacional de todos los puertorriqueños.
La bandera puertorriqueña representa nuestro idioma, cultura, historia, idiosincrasia y personalidad propia. Aunque vejada, criminalizada y colonizada por los enemigos de la Patria, nuestra bandera habrá de flotar sola en paz y armonía con nuestros hermanos antillanos, caribeños y latinoamericanos.
“Porque la Estrella de mi bandera, no cabe en La Americana”.