Redacción Editorial Semana
La eterna juventud ha sido, durante toda la historia de la humanidad, uno de los secretos más perseguidos. Lo que antes eran hechizos y pócimas mágicas, ahora se llaman cremas antiedad y otras fórmulas de cuidado personal. Hasta la fecha, la ciencia todavía no ha conseguido frenar el envejecimiento, pero sí ha demostrado cómo algunos hábitos aceleran el envejecimiento del organismo.
La clave está en identificar qué hábitos realizas diariamente que lo aceleran. ¿Qué actividades aumentan el envejecimiento prematuro? ¿Cuáles son los alimentos que más envejecen y debes evitar?
El envejecimiento activo o saludable es el proceso de optimización de la salud para mejorar la calidad de vida y retrasar los signos de la vejez. Son todos aquellos esfuerzos que una persona hace para que el paso del tiempo afecte lo menos posible a su organismo. El envejecimiento prematuro consiste en factores internos y externos que provocan daños en el organismo.
Sus signos son visibles en la piel. La aparición de manchas y arrugas es uno de los síntomas principales. No obstante, esta vejez acelerada también se ve reflejada en las capacidades físicas y mentales de la persona. ¿Qué hábitos provocan que se intensifique el envejecimiento en las personas? Hay 11 que son determinantes: 1. Dormir menos de ocho horas–La calidad del sueño afecta directamente al envejecimiento del organismo. En la noche nuestro cuerpo trata de contrarrestar las agresiones de los tejidos que sufre durante el día. Por este motivo, cuantas menos horas de sueño acumulemos, menos tiempo tendrá nuestro cuerpo para repararse. Intensifica la aparición de arrugas, bolsas en los ojos y flacidez. 2. Estar sometido a estrés diario– El mecanismo natural por el que el cuerpo humano trata de contrarrestar el estrés es generando cortisol, epinefrina o adrenalina. Estas hormonas ayudan a regular la presión arterial o combatir infecciones. Sin embargo, también afectan negativamente al organismo, ya que acelera el envejecimiento. 3. Fumar– El humo del tabaco reduce la cantidad de oxígeno y nutrientes que requiere la piel para mantenerse saludable. Además, activa las enzimas que comprometen la elasticidad de la piel, tanto en la cara como en el resto del cuerpo. 4. No beber suficiente agua–Beber la cantidad adecuada conseguirá hidratar tu piel y que no se vea áspera y opaca. Además, el agua actúa como purificador de toxinas que tu cuerpo debe expulsar. 5. Consumir demasiada cafeína– Beber café o té con moderación es beneficioso para la salud, gracias a su contenido en antioxidantes. Sin embargo, abusar de su consumo provoca aceleración nerviosa y mayor ansiedad en el ser humano. Se recomienda no consumir cafeína seis horas antes de acostarse y evitar más de dos bebidas con cafeína al día. 6. Practicar menos de 45 minutos de ejercicio físico al día–El sedentarismo acelera el envejecimiento prematuro de tus músculos, huesos y articulaciones. Además, aumenta las probabilidades de sufrir enfermedades cardiovasculares. 7. Abusar de los azúcares– Provoca problemas de inflamación y acné. Además, el azúcar es responsable del proceso de glicación, por el cual las moléculas de azúcar se unen a las proteínas de colágeno y elastina. Esto hace que la piel pierda elasticidad, favoreciendo la aparición de arrugas. 8. ¡No sonreír lo suficiente!– Aunque resulte sorprendente, tu estado de ánimo influye enormemente en tu salud física. Tomarte la vida con mayor optimismo o aprender a relativizar determinadas situaciones contribuyen a prevenir el envejecimiento. 9. Llevar a cabo dietas drásticas–Intercalar períodos de ayuno con restricciones de algunos alimentos o basar tu dieta en un determinado nutriente provocará un envejecimiento prematuro. 10. No usar protector solar a diario– Son muchas personas que sólo usan protector solar en la playa. No obstante, la radiación del sol nos afecta siempre que salimos a la calle. 11. No acudir a tus revisiones médicas- Los chequeos médicos detectan patologías en el 90% de las personas. Hasta los 40 años, se recomienda hacerse un chequeo cada cuatro años. Entre los 40 y los 60 conviene visitar al médico cada dos años; a partir de los 60, revisiones anuales.
Sin duda, un plan de seguimiento médico te permitirá llevar el mejor control de tu salud y recibir las mejores recomendaciones de un especialista.
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