Orígenes de un gran día
- Editorial Semana
- 8 may
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Por: Lilliam Maldonado Cordero
Este domingo celebramos en Puerto Rico el Día de las Madres. Según varias fuentes, su origen se remonta a la antigua Grecia, cuando se rendía honor Rea, la madre de los dioses griegos Zeus, Poseidón y Hades. Más adelante, como pasó con tantos ritos adoptados interculturalmente, los romanos lo copiaron celebrando la madre de sus dioses, Cibeles, llevando ofrendas al templo durante tres días. Al solidificarse la fe cristiana, el eje de este día fue la Virgen María, madre de Jesús. Ya para el Siglo XVII, Inglaterra inició una festividad dedicada a la Virgen para conmemorar a las madres. Después de la celebración eucarística, en ese domingo especial los niños daban regalos a sus madres, y los patronos daban el día feriado a sus empleados para que visitaran y compartieran con sus familias.
Recientemente, para 1865 la poeta y activista Julia Ward Howe organizó manifestaciones de perfil religioso y pacifista que incluyeron la participación de madres que sufrieron la pérdida de sus seres amados en la Guerra de la Secesión, esto en busca de hallar reconciliación entre las partes. Inspirada en la iniciativa de Howe, la activista de Virginia, Ann Jarvis, organizó reuniones entre madres que buscaban atender temas de interés para ellas. Estos juntes se convirtieron en espacios para la discusión de los derechos de las mujeres y la búsqueda de la paz.
Al fallecer Jarvis, su hija, Anna, organizó el Día de la Madre, celebrándolo el segundo domingo de mayo. A partir de 1907, Anna inició una campaña para que este día adquiriera reconocimiento oficial, recabando el apoyo de personalidades famosas. Finalmente, el presidente estadounidense Woodrow Wilson firmaría el Día de las Madres en 1914.
No todos los países celebran esta fiesta el segundo domingo de mayo. Sin embargo, muchos lo reconocen al menos un día del año, basándose en las luchas de las madres por adelantar el bienestar de sus familias y el haber rebasado muchos escollos para gozar de derechos y privilegios antes vedados a las mujeres. También, como en su origen, muchos lo observan en fechas especiales inspirados en uno de los modelos más hermosos y fascinantes de amor y desprendimiento maternal por la humanidad: María, madre de Jesús.
Sea en mayo, octubre o cualquier otro día, esta celebración debe fundamentarse en el agradecimiento a nuestras madres, abuelas, hijas y amigas que, ya sea por gozar del privilegio de tener hijos biológicos como de aportar de cuidados y modelaje a sus sobrinos e hijos de crianza, realizan actos de amor y sacrificio ofrendando de su tiempo, tesoros, testimonio y talento para aportar a esa villa necesaria para criar a nuestros niños.
Sabemos que el Día de las Madres se ha convertido en uno guiado por el consumismo, pero entendemos que dentro de las posibilidades de cada familia no está mal hacer un regalo en la medida de cada cual.
También es cierto que con el pasar de los años la vida se complica, particularmente en este país atribulado por tantos desafíos: si no es un apagón, son las consecuencias de una mala planificación que ocasiona inundaciones, tapones y destrucción a causa de las lluvias. Precisamente por esto, más allá de un reloj inteligente o una cartera, regalemos atenciones y afecto, sea o no un día especial, y estemos atentos a sus necesidades de salud, alimentación y acompañamiento con tiempo, cafecito y paciencia. ¡Bendiciones para cada madre, siempre!
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