Pánico en el bipartidismo colonial
- Editorial Semana
- 20 mar
- 2 Min. de lectura

Por: Prof. Luis Dómenech Sepúlveda
“Esto es lo que el colonialismo ha hecho a los puertorriqueños: Ha distorsionado todos los procesos normales de la mente y ha hecho mendigos de hombres honestos. Y la ayuda del Congreso era algo que hacía que Puerto Rico mendingara en las formas más duras y repugnantes como lo hace el mendigo en las escalinatas de la iglesia. Y este ha sido el crimen real de Estados Unidos en el Caribe: hacer de los puertorriqueños algo menos que los hombres nacieron para ser”. (Rexford Guy Tugwell)
La cita que encabeza esta columna, de la autoría del último estadounidense designado desde Washington Gobernador de Puerto Rico, la hemos utilizado en múltiples instancias por entender que la misma retrata de cuerpo entero el colonialismo en Puerto Rico desde la conquista estadounidense en 1898. Basta leer y escuchar las expresiones de pánico y rechazo de los múltiples comunicadores, analistas y fotuteros a sueldo del bipartidismo colonial ante la reciente propuesta de un grupo de puertorriqueños reclamando la independencia de Puerto Rico ante la inacción del Congreso y Casa Blanca. Ello ha reafirmado los niveles de colonialismo pernicioso prevaleciente en las filas de ambas colectividades gubernamentales, entiéndase, anexionistas e inmovilistas por igual.
Como se sabe, durante la pasada semana los mercenarios de las comunicaciones tronaron contra la propuesta redactada por un grupo de abogados, economistas y ciudadanos independientes reclamando al presidente Donald Trump la solución inmediata de la descolonización de Puerto Rico ante la inacción histórica de la metrópolis tras 127 años de colonialismo ilegal, inmoral y antidemocrático. Recuérdese que la independencia política de Puerto Rico ha sido reconocida por los foros internacionales como el único derecho inalienable, irrenunciable e innegociable al que tenemos derecho los puertorriqueños como pueblo invadido y subyugado desde 1898. Las demás alternativas descolonizadoras, entiéndase estadidad o territorialidad colonial, son, por su propia naturaleza, prerrogativas absolutas del colonizador.
Uno de los argumentos equivocados, por no decir demagógicos, es referirse a la propuesta de antidemocrática al proponer la declaración de independencia de Puerto Rico por decreto descartando, de ese modo, la participación del pueblo en tan importante y trascendental decisión. Por supuesto, lo ideal es que sean los puertorriqueños los que tomen tan importante decisión. Sin embargo, tras 127 años de colonialismo, la metrópolis continúa callada e incumpliendo su obligación ministerial de descolonizar a su colonia caribeña y latinoamericana. Después de todo, las colonias, por su propia naturaleza, son antidemocráticas. El único privilegio democrático que podríamos reclamar del colonialismo es el derecho de abandonar el país hacia los 50 estados de la metrópolis. Como se sabe, al día de hoy más de cinco millones de boricuas residen en Estados Unidos porque el régimen colonial nos ha fallado y engañado.
Podríamos discrepar de algunos argumentos de la propuesta independentista, pero no es menos cierto que el derecho a reclamar la descolonización de Puerto Rico no le pertenece exclusivamente al anexionismo renegado, sino también a los que representamos el honor y la integridad de nuestra Patria puertorriqueña.
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