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  • Foto del escritorEditorial Semana

Para un Puerto Rico con futuro


Por: Jesús Santa Rodríguez


Otro año lectivo ha concluido y, después de los actos oficiales de graduaciones, nuestros estudiantes egresados de duodécimo grado celebran sus logros. Nuestras felicitaciones a todos ellos, sus madres, padres y maestras. Más que merecido tienen disfrutar el cierre de una etapa importante en sus vidas. A partir de ahora, comienza la puesta en acción de sus planes, a futuro: estudios postsecundarios y universitarios, la búsqueda de empleo a medio tiempo o tiempo completo, más las responsabilidades que vienen cumpliendo hace tiempo. Sin embargo, algunos se encuentran discerniendo si permanecer en su país o buscar otros derroteros fuera de él.


En Puerto Rico, esta transición presenta muchos retos para nuestra juventud. Las generaciones pasadas más recientes no tenían que preocuparse por conseguir educación asequible y empleo seguro. Hoy, nuestros jóvenes vienen sorteando deberes únicos de esta generación. Su país está en quiebra fiscal y social. El primer centro docente y más asequible del país, la Universidad de Puerto Rico, continúa encareciendo los costos de matrícula mientras reduce su oferta académica. Al tiempo, la oferta de trabajo llega con menos derechos que en el pasado, resultado de la entrega de estos por parte del gobierno de Ricardo Rosselló y su legislatura.


Pero ¿por qué es importante tener una oferta académica de excelencia y accesible para los jóvenes? ¿Por qué el gobierno y su legislatura están obligados a mejorar las leyes y garantías laborales para nuestros trabajadores, incluyendo nuestros jóvenes? Demos un vistazo a la realidad actual y nuestras proyecciones poblacionales y socioeconómicas, especialmente cuando la Junta de Supervisión Fiscal continúa imponiéndole cargas a las familias trabajadoras para privilegiar alianzas público privadas como LUMA Energy, Genera PR e inversores de bonos e instrumentos que sabían no existían las garantías para protegerlos, pero que el pueblo tiene que pagar por décadas como una hipoteca ajena.


El gobierno precisa enfocarse en ofrecer herramientas para que nuestros niños y jóvenes vean en nuestro país un lugar seguro y hospitalario donde desarrollarse, vivir e invertir. De todas las jurisdicciones de Estados Unidos, nuestro país mantiene los números más bajos de crecimiento poblacional. Según el Censo de 2020, en Puerto Rico hay 732,000 personas entre los 5 y 21 años de edad, mientras el número de personas mayores de 55 años ronda 1,203,400. Esto traerá consecuencias importantes para el sostenimiento económico y social del país en muy pocos años, incluyendo menos ingresos al fondo general para el pago de nómina pública y servicios, pensiones, programas sociales como el cuido de los viejos, mientras se cumple con las imposiciones de pagos a inversionistas.


El gobierno necesita redirigir su prioridades para incentivar a nuestros jóvenes a permanecer en la isla, estudiar, trabajar e iniciar emprendimientos comerciales y empresariales. No basta con continuar ofreciendo incentivos a inversionistas que terminarán abandonando el país sin haber apostado en nuestro futuro. Si queremos un país robusto, es necesario incentivar y retener a nuestros jóvenes, desarrollar sus competencias, fomentar mentes nuevas y crear nuevos líderes que coparticipen en la construcción del Puerto Rico presente y futuro.

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