
Por: Jesús Santa Rodríguez
Históricamente, tanto el Partido Nuevo Progresista (PNP) como el Partido Independentista -ahora en alianza con otros grupos- han ninguneado a los populares, llamándoles “populetes”, “voto inútil”, y hasta ignorantes. La razón detrás de su desprecio por los populares es que, según ellos, nuestra institución plantea que el estatus no es un issue. Les mortifica que cientos de miles de electores optemos por el Estado Libre Asociado, por representar una expresión libre, voluntaria y preferencial de mantener una relación política con los Estados Unidos.
El PNP lleva sesenta años asegurando que la estadidad está a la vuelta de la esquina, cuando la realidad es que nunca había estado más distante. Luego de varias consultas electorales inoficiosas, nuevamente quieren engatusar al pueblo con otro plebiscito que no engaña a los puertorriqueños y, mucho menos, a los congresistas.
A su vez, la percepción que tienen los políticos estadounidenses sobre el PIP y la alianza independentista no dista mucho de la que tienen del movimiento estadista. Solo tres congresistas han expresado favorecer a la alianza, pero se sabe que tienen intereses políticos y económicos comprometidos con varias organizaciones de izquierda enraizadas en los Estados Unidos que buscan adelantar sus agendas políticas al interior de nuestro país. Por lo tanto, sus intenciones no persiguen el bienestar de nuestra gente, sino inflar sus carreras en la escena pública.
Cercano a las elecciones generales en Puerto Rico, comienzan a circular encuestas y sondeos que, consistentemente y elección tras elección, colocan al PPD en una desventaja estadística frente al PNP y, ahora, al movimiento independentista. Sin entrar en un análisis sobre la confiabilidad o falta de esta de estos instrumentos y su diseño, así como la calidad de la muestra a la que cuestionaron, pues sobre estas sobran análisis y más dudas, los populares sabemos de sobra que las elecciones solo se ganan en las urnas.
Sin duda, el tiempo se ha encargado de desvelar las continuas mentiras y falta de carácter de la aspirante a la gobernación por el PNP, Jenniffer González, que lejos de condenar los insultos contra los puertorriqueños durante la convención del GOP, continúa respaldando al aspirante a presidente de EE.UU. de ese partido, Donald Trump. Ese mismo tiempo ha sido suficiente, también, para destapar la verdadera agenda de la llamada alianza, que ha probado ser una mucho más extremista y de izquierda de lo que la pintan, y ahora tratan de engañar al pueblo afirmando lo que tanto han criticado al PPD: que el estatus no es el issue. No se puede confiar en ellos.
Tanto el PNP como los independentistas nos ven igual que aquellas dos hermanas envidiosas veían a la Cenicienta: solo la querían para que les hiciera los mandados, arrinconándola y dándola por inexistente, pero sabemos cómo acabó el cuento. Esta alegoría, aplicada a las propias inseguridades del PNP y las de sus nuevos aliados separatistas, demuestra la desesperación de esos partidos. Luego de años vituperando a los populares con innuendos, al ver cómo a pocos días de las elecciones pierden tracción de forma acelerada, suplican a los populares por su voto. No acaban de aprender que no se ajota el avispero si no se sabe para dónde correr.
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