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Sin dinero y sin educación

  • Foto del escritor: Editorial Semana
    Editorial Semana
  • 20 mar
  • 2 Min. de lectura



Por: Nitza Morán Trinidad


En Puerto Rico el tema del sistema educativo es denunca acabar. Si ponemos en perspectiva la alta dependencia de fondos federales, la eficiencia y las administraciones no es difícil concluir es necesario tomar acción inmediata en todos los componentes del sistema que lleva un deterioro lento y cada vez se dificulta más transformarlo de forma eficaz.


Educación es lo que toda sociedad necesita para evolucionar el aprendizaje intelectual que se traduce en un país sostenible y de sociedad educada para atender retos y desafíos que se avecinen. Desde la necesidad económica, la burocracia y la reconstrucción son los mayores problemas que debemos enfrentar como gobierno para que al menos nuestras escuelas puedan permanecer ofreciendo el pan de la sabiduría.


Tomemos en cuenta la temida burocracia que tanto queremos eliminar, pero año tras año son intentos fallidos que nos traen frustraciones como la pobre ejecución de los estudiantes en las pruebas métricas, poder tener dentro de los salones de clase materiales básico necesarios para los maestros además de aulas en las que los estudiantes puedan tener un ambiente escolar de primera. Y si hablamos de reconstrucción ya se sabía las necesidades en planteles y que tras los terremotos nos acabaron de dar una alerta roja que las paredes colapsaban silenciosamente y todos sabemos que sin dinero no hay educación.


Es sabido la necesidad de fondos federales para atender los retos más simples, pero en el análisis nos lleva a estar atentos a los movimientos telúricos del presidente de los Estados Unidos cuando habla de recortes y/o eliminación del sistema federal educativo y dejar la administración a cada uno de los estados, si habrá descentralización, pero sin monetización. Entonces nos enfrentamos a poner en riesgo programas y empleos y que caerían nuevamente en una marcada desigualdad educativa y debemos mirar con una gran lupa a los municipios que hoy enfrentan retos financieros y que básicamente la mayoría no tiene la capacidad de manejar las escuelas en sus comunidades para saber que la ejecución es complicada.


Tenemos que estar vigilantes y a su vez explorar estrategias para mitigar estos efectos de movimiento de fondos y de la posible carencia de 13,000 millones que se recibieron para el 2024 a nivel central. No sabemos con certeza lo que se nos avecina con estas decisiones federales pero lo cierto es que de concretarse se sumaría a la ya deuda de 30 millones a los docentes y a la falta de preparación en los comienzos de clase agravando el rezago académico con un 25% existente de los estudiantes con calificaciones deficientes y el éxodo de maestros hacia los Estados Unidos.


Aunque pesimista el panorama y anticipando un posible colapso y definitivamente una crisis sin precedentes hay que moverse a Washington y hacer lo que nos toca sabiendo que siempre nos llega menos dinero que otros territorios y que la Junta de Supervisión Fiscal no se ciegue ante esta situación porque la reasignación de fondos viene, la descentralización y la eficiencia económica está a la vuelta de la esquina. Definitivamente no nos podemos sentar encima de los libros y la acción inmediata nos garantiza una educación para nuestros niños.


La autora es senadora por San Juan, Aguas Buenas y Guaynabo

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