
Por: Prof. Luis Dómenech Sepúlveda
“Cualquier forma de discriminación contra un país o persona basada en consideraciones de raza, religión, política, sexo o de otro tipo, es incompatible con la afiliación al Movimiento Olímpico”. (Carta Olímpica)
Puerto Rico obtuvo su soberanía deportiva en ocasión de su debut como ente deportivo en los Juegos Olímpicos de Londres celebrados en 1948. Ello, gracias a la iniciativa del legendario líder deportivo, Julio Enrique Monagas, entonces director de la Administración de Parques y Recreos Públicos, hoy Departamento de Recreación y Deportes del gobierno de Puerto Rico. Cabe destacar que, anterior a ello, Puerto Rico había participado en cuatro Juegos Centroamericanos y del Caribe (La Habana-1930, El Salvador-1935, Panamá-1938 y Barranquilla-1946) con históricos resultados. A partir de entonces, Puerto Rico no tan solo ha participado en todos los Juegos Olímpicos, Juegos Panamericanos y Juegos Centroamericanos y del Caribe, sino que el deporte se ha convertido, por su propia naturaleza, en uno de los factores sociológicos más influyentes, unificadores y forjadores de la identidad nacional del Pueblo puertorriqueño. De hecho, el deporte internacional es la única instancia donde podemos desplegar el himno y la bandera puertorriqueña al mismo nivel de respeto y dignidad de los países soberanos del olimpismo mundial.
Cabe destacar, además, que el Comité Olímpico Internacional (COI) otorgó la Soberanía Deportiva a otros diez (10) países no soberanos (Aruba, Bermudas, Guam, Hong Kong, Islas Vírgenes Americanas, Islas Vírgenes Británicas, Islas Caimán, Islas Cook, Samoa Americana y Taiwán) que, sumados a los 195 países soberanos adscritos a las Naciones Unidas, hacen un gran total de 206 los países Olímpicos. Sin embargo, a partir de 1996 el COI descontinuó la política de otorgar la soberanía deportiva a países no soberanos.
No obstante, aunque la abrumadora mayoría de los puertorriqueños atesoramos nuestra soberanía deportiva, no es menos cierto que la misma confronta profundas contradicciones históricas con matices coloniales. Por un lado, carecemos de nuestro propio pasaporte deportivo provocando con ello la participación de dos delegaciones deportivas distintas, entiéndase Puerto Rico y Estados Unidos, con el mismo pasaporte. Peor aún, carecemos de facultades ministeriales para manejar nuestro propio sistema de visados deportivos de manera que la decisión de admitir o rechazar la entrada a Puerto Rico de las delegaciones deportivas participantes le corresponda estrictamente a los puertorriqueños.
Desde luego, la negativa de Estados Unidos contra los visados de Cuba y otros países del hemisferio, tiene su propia historia. Cabe recordar que, a raíz de los Juegos Centroamericanos y del Caribe celebrados en Puerto Rico en 1966, la delegación cubana tuvo que pernoctar en el barco “Cerro Pelado”, a tres millas de las costas de Puerto Rico porque EEUU le prohibió aterrizar en suelo puertorriqueño. Y tan reciente como el domingo, 23 de febrero de 2025, Cuba y Puerto Rico no pudieron celebrar el tan esperado juego clasificatorio de baloncesto FIBA América (todo vendido) porque sencillamente Estados Unidos le negó el visado al equipo cubano.
Es tiempo ya de tomar nuestras propias decisiones tanto deportivas como nacionales.
Comments