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Sociología histórica delcriollismo cagüeño (Parte I)

Foto del escritor: Editorial SemanaEditorial Semana



Por: Juan Illich Hernández


Antes de iniciar nuestro recorrido social e histórico acerca de los orígenes del criollo en Caguas, es necesario definir descriptivamente qué papel juega la ciencia social de la sociología. Según el empírico social Carl Wright Mills (1951) “la sociología nos hace más conscientes de las diversidades culturales, hecho que ahonda la búsqueda de observar al mundo y diversidad multiformemente”. También, resulta imprescindible el apoyarse dentro del enfoque histórico el uso de la investigación sociológica, ya que proporciona una ayuda auxiliar de las distintas iniciativas e inclusive acontecimientos políticos, culturales, psicológicos, geográficos, entre otros que estén manifestándose en ese entorno.


Es en ese sentido, que la sociología no solo ofrece servicios a las esferas de poder, sino que también impulsa a encaminar procesos de cambio social a todo espacio sociocultural. Son estos desarrollos e intercambios los que abrieron la vía para la introducción del término criollo el cual proviene del portugués “crioulo”. Nos señala el historiador Juan David Hernández León (2015) que la transformación del concepto criollo que más bien aludía “criar” fue un procedimiento que nació de las luchas entre aborígenes versus los invasores coloniales. Es decir, que esa noción imaginaria, simbólica y “real” de que los criollos o aborígenes eran seres pasivos, endebles e ignorantes es pura mentira debido a que toda esa mitología narrativa descansa en el lente del colonizador europeo con fines de implantar un sumiso perfil del indio nativo criollo.


Así que, tan pronto los colonos españoles se dieron cuenta que nuestros indios como a su vez negros esclavos no eran aplatanados, optaron no solo por someterlos a unas condiciones infrahumanas, sino que también diseñaron un único discurso narrativo para distorsionar la visión de mundo de los lectores a nivel sociohistórico. Esa formación del criollo cagüeño a pesar de que haya pasado por un sinfín de conflictos, trajo consigo un amplio y diverso bagaje cultural el cual se instaló durante los siglos XVI y XVII. Según Hernández León (2015) “la inmensa mayoría de la población de la Isla para el siglo XVII era de mujeres” (p.152). Tal hecho y fenómeno social abona a entender mejor el porqué hoy día en el país demográficamente hablando hay más mujeres que hombres, plus que seguimos siendo de algún modo sociedades matriarcales.


Por tal motivo, la investigación sociológica aplicada tiene como pretensión profundizar el conocimiento de un tema y proporcionar la correspondiente información para la construcción de una mejor sociedad. Es por ello que la reflexividad social, justamente como nos dice Anthony Giddens (2022) en la era actual es una obligación individual para repensar las circunstancias en las que reconstruimos nuestra vida. Gran parte de este cuestionamiento ha sido desatado por el icónico historiador/fraile Agustín Iñigo Abbad (1979) en su texto “Historia geográfica, civil y natural de la Isla de San Juan Bautista de Puerto Rico” donde expone que la realidad de la zona Oriental del país aparte de ser una inhabitable resulta a su vez una problemática. Y estos detalles al ser integrados al estilo de vida del mestizo criollo dio pie a la unificación del sabor a libertad e identidad autóctona desde el cimarronaje.


Mediante el transcurso de los componentes del criollo, sobre todo en el ámbito Oriental las prácticas que más rapidísimamente lograron asentarse desde lo recogido por el historiador Oscar Bunker (1971) fue la misma religión sincrética. Lo particular de este dato es que Caguas a diferencia de otras municipalidades enlazó en sus prácticas cotidianas los rituales, tanto novedosos como antiguos descendientes negros (Continuará)…

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