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Trabajo en equipo, por nuestros niños

  • Foto del escritor: Editorial Semana
    Editorial Semana
  • 13 feb
  • 3 Min. de lectura



Por: Myrna L. Carrión Parrilla


La educación es un esfuerzo compartido entre la escuela y la familia. Los padres como primeros educadores de sus hijos e hijas, juegan un papel esencial en el proceso educativo de sus hijos, pero es fundamental que su participación sea un constructiva y basada en la confianza y el respeto hacia quienes los guían en el salon de clases.


Para un proceso educativo de progreso y resultados positivos, es importante que los padres junto a los maestros puedan hacer equipo y lograr cada parte aportar de forma positiva y respetuosa considerando, que las experiencias en el hogar no son necesariamente las que se viven en un salón de clase. Las experiencias del salón surgen de el hecho de que, en este, hay estructuras estudiadas y diseñadas específicamente, procesos, normas, experiencias de socialización e inclusión y en el que se atiende mucho más que el uso de libros y libretas. En el salón de clases existe una convivencia diaria entre maestros y estudiantes. Este está arad para identificar sus ritmos y necesidades, sus alegrías y sus penas, algunas de las cuales no siempre de dejan ver en la convivencia del hogar, pues los padres son la autoridad y el maestro es el consejero y mentor.


Para el éxito educativo de los niños los padres deben ser parte, pero es importante desarrollar confianza y efectiva comunicación en aquellos que han sido preparados para guiar el proceso de aprendizaje escolar y acompañar el crecimiento y desarrollo de la persona que es cada niño o niña.


Desde niña recuerdo que en las escuelas han existido siempre los padres y madres que se quedaban en algún árbol cercano y desde allí comentaban las experiencias que desde su espacio percibían. La realidad es que hay que estar en un salón de clases para conocer la realidad de la vida escolar, que es bella y en la que todos los días estudiantes y maestros aprenden unos de otros, pero a su vez está llena de retos, pues cada niño es un mundo y se merece el cariño y respeto como la personita única e irrepetible que es. En estos tiempos ya necesariamente no están en el árbol cercano, pero en algunos casos ese espacio ha sido este espacio sustituido por la tecnología y a través de ella se mantienen comunicaciones que no siempre se convierten en herramientas para aportar, apoyarse y construir juntos.


Solo cuando familia y escuela trabajan en armonía, se logra una educación verdaderamente enriquecedora. Los padres para ser más justos con sus hijos, están llamados a trabajar desde la individualidad de su hijo(a), pues cada niño es un mundo y pensar que lo que a otro no le funciona, afectará igual al mío, es un error pues podríamos estar subestimando la capacidad de nuestro hijo(a) para manejar situaciones particulares. La clave esta en hacer equipo y caminar juntos en beneficio de los niños y jóvenes, en utilizar los espacios de comunicación para construir y fortalecer la comunidad educativa donde se desarrolla nuestro hijo(a), fortalecer la comunicación efectiva y evitar interpretaciones que no sean aclaradas y laceren la confianza.


Trabajemos para lograr un entorno en el que nuestros niños y jóvenes puedan crecer con seguridad y confianza, que nunca, que los niños y cómo se sienten, siempre sea primero, porque diferencias ellos también tendrán que aprender a manejar en el camino.

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