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Foto del escritorEditorial Semana

Un cagüeño para la historia




Por: Prof. Luis Dómenech Sepúlveda


Enseñarás a volar, pero no volarán tu vuelo; enseñarás a soñar, pero no soñarán tus sueños; enseñarás a vivir, pero no vivirán tu vida. Sin embargo, en cada vuelo, en cada sueño y en cada vida, vivirán para siempre las huellas de tu enseñanza” (Madre Teresa de Calcuta)


Conocí al Dr. Héctor ‘Tato’ Dávila Solá hace cincuenta años (septiembre de 1974) mientras cursaba mi primer año como profesor de Educación Física y entrenador de baloncesto masculino de la Universidad de Puerto Rico en Cayey. Recuerdo entonces que lo conocí gracias a tres influyentes factores: (1) Por recomendación de dos amigos sangermeños (Mariano Ortiz y Armandito Torres), entonces jugadores estelares de Los Atléticos de San Germán, dado que Tato había sido no solamente sus amigos, sino que también había sido invitado a practicar con el Monstruo Anaranjado mientras estudiaba en el entonces Instituto Politécnico de San Germán, hoy Universidad Interamericana de Puerto Rico; (2) Dado que varios jugadores de su equipo Criollos de Caguas (Pedro Rodríguez, John Pabón, Luis Rivera) conformaban igualmente al equipo de baloncesto de Cayey en la Liga Atlética Interuniversitaria (LAI) y (3) Por su condición de abnegado dentista que tuvo la virtud de reparar y preservar varias piezas dentales tanto de mi persona como del resto de mi propia familia.


A partir de entonces logramos cultivar un gran afecto, respeto y admiración por el Dr. Héctor ‘Tato’ Dávila y su esposa, Diana. Ello, no solo por su condición de excelente odontólogo, amante del baloncesto y deportista consuetudinario, sino por su gran condición humana. Se trata, sin duda, de uno de los cagüeños más distinguidos de todos los tiempos que supo ganarse el aprecio y respeto de todos los que tuvimos el privilegio de conocerlo. El Dr. Tato Dávila pertenece por derecho propio al pedestal de los más altos valores del ciudadano íntegro, solidario y comprometido con la excelencia del ser puertorriqueño.


Como Padre del Baloncesto de Caguas, muy pocos puertorriqueños le han dedicado tanto esfuerzo y sacrificio para traer al Valle del Turabo el primer Equipo de Baloncesto Superior en la historia del deporte cagüeño. Su gran visión como deportista y su innegable conocimiento del del baloncesto le permitieron reclutar y desarrollar jugadores de la talla competitiva de Ricardo Calzada, Miguelito Dávila, Héctor Olivencia, Willie Quiñones, Diego Gomila, Wilito Meléndez, Ferdinad Morales y Carlos Calcaño, entre otros. Todos ellos representaron con dignidad e hidalguía no solamente los colores de Los Criollos de Caguas durante su incumbencia como apoderado del equipo cagüeño, sino también del Equipo Nacional de Puerto Rico en sus respectivas épocas competitivas.


Por todos sus atributos personales, profesionales y deportivos reseñados en esta columna, el Dr. Héctor ‘Tato’ Dávila Solá, fue exaltado al Recinto de los Inmortales del Pabellón de la Fama del Deporte Cagüeño en 1992. Nuestras condolencias para su esposa Diana, hijas, nietos y demás miembros de la familia. Que su legado histórico nos ilumine y acompañe para siempre.


¡Vuela alto mi dilecto amigo!

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