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Vivir con un trastorno hemorrágico

  • Foto del escritor: Editorial Semana
    Editorial Semana
  • 10 abr
  • 2 Min. de lectura


Gráfica tomada de Face Book
Gráfica tomada de Face Book

Redacción Editorial Semana


Muchas personas no piensan mucho en si su sangre coagula correctamente. Sin embargo, cuando se tiene un trastorno hemorrágico, una afección que afecta la manera en que el cuerpo controla la coagulación, no es un asunto menor.


Según el Instituto Nacional del Corazón, los Pulmones y la Sangre (National Heart, Lung, and Blood Institute, NHLBI), que forma parte de los Institutos Nacionales de la Salud (National Institutes of Health), una coagulación anormal puede ocasionar diversos problemas, como sangrado excesivo después de una lesión o durante una cirugía.


Aproximadamente 3 millones de personas en los Estados Unidos tienen trastornos hemorrágicos. Algunos tipos, como la hemofilia, son hereditarios, lo que significa que la persona nace con la afección. Los trastornos hemorrágicos hereditarios son causados por ciertos genes transmitidos de padres a hijos. Estos genes contienen instrucciones para producir proteínas en la sangre llamadas factores de coagulación, que ayudan a la sangre a coagularse. Si hay un problema en uno de estos genes, como una mutación (un cambio en las instrucciones del gen), el cuerpo puede producir un factor de coagulación de manera incorrecta o no producirlo en absoluto.


También es posible desarrollar un trastorno hemorrágico adquirido, es decir, que se presente en algún momento de la vida. Los trastornos hemorrágicos adquiridos pueden ser causados por afecciones médicas, medicamentos o factores desconocidos. El riesgo de desarrollar un trastorno hemorrágico depende de la edad, los antecedentes familiares, los genes, el sexo o la presencia de otras afecciones médicas. Si hay antecedentes familiares de trastornos hemorrágicos, el riesgo de desarrollarlo o heredarlo puede ser mayor.


Los síntomas de un trastorno hemorrágico pueden aparecer poco después del nacimiento o desarrollarse más adelante en la vida e incluyen:


• Sangrado o moretones excesivos, como hemorragias nasales frecuentes o prolongadas (más de 15 minutos) o menstruaciones frecuentes o prolongadas

• Petequias, que son pequeñas manchas de color púrpura, rojo o marrón causadas por sangrado bajo la piel

• Enrojecimiento, hinchazón, rigidez o dolor debido al sangrado en los músculos o articulaciones

• Sangre en la orina o las heces

• Sangrado excesivo en el cordón umbilical

• Sangrado excesivo durante una cirugía o después de un traumatismo


Si cree que usted o alguien a su cuidado podría tener un trastorno hemorrágico, consulte a un profesional de la salud. Su proveedor puede diagnosticar con base en los síntomas, los factores de riesgo, los antecedentes familiares, un examen físico y pruebas diagnósticas. Por lo general, los profesionales de la salud solo realizan pruebas para detectar trastornos hemorrágicos si hay factores de riesgo conocidos o antes de ciertas cirugías.


El tratamiento de un trastorno hemorrágico depende de su tipo. Si la afección causa pocos o ningún síntoma, es posible que no se requiera tratamiento. Si se presentan síntomas, puede ser necesario un tratamiento diario para prevenir episodios de sangrado o solo en determinadas ocasiones, como en caso de un accidente o antes de una cirugía programada.


Si ha sido diagnosticado con un trastorno hemorrágico, es importante que cuide su salud de manera proactiva y siga su plan de tratamiento. Para reducir el riesgo de complicaciones, acuda a sus consultas de seguimiento, monitoree su afección y adopte hábitos de vida saludables.


Para obtener más información sobre los trastornos hemorrágicos, favor visitar: nhlbi.nih.gov/health/bleeding-disorders.

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