William Miranda Torres y la transformación de una ciudad en reinvención permanente
- Editorial Semana
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Por Elia Jannette Rivera Melecio
Especial para La Semana
En una oficina que acumula quince años de decisiones difíciles, el alcalde de ciudad criolla, William Miranda Torres, habla desde la serenidad que da la experiencia y desde la franqueza de quien reconoce haber caminado sobre terreno difícil y que solo se entiende mirando el panorama completo.
“La transformación de Caguas aún no ha terminado”, sostiene Miranda Torres y asegura que forma parte esencial de ese proceso. Por ello, desde el inicio establece con transparencia su aspiración a otro mandato en el 2028.
“No es continuidad por ambición; es continuidad para completar un proyecto de ciudad que por primera vez tiene todas las herramientas para hacerse bien”, sostiene con determinación.
La administración de Miranda Torres ha sobrevivido la quiebra del país, huracanes devastadores, la pandemia, una reconstrucción lenta, pero también a las dudas personales y al cansancio emocional que conlleva administrar efectivamente una ciudad con aproximadamente 128,000 habitantes.
Una cadena de años difíciles
Para entender el presente, Miranda Torres invita a mirar el pasado desde su llegada en el 2010. “Los primeros años hasta el 2017 fueron años de retos económicos y fiscales bien complejos”, recuerda. Su tono no es dramático, sino descriptivo casi quirúrgico. Administrar un municipio en tiempos de abundancia no es lo mismo que administrar uno desde la precariedad, y a él le tocó lo segundo.
La quiebra del Banco Gubernamental de Fomento en 2016 golpeó a Caguas con un mazo. “De los ‘chavitos’ que tenías en tu cuenta de ahorro, olvídate de eso, que se fueron ajuste”, describe.
“Era como ver desaparecer los ahorros de toda una vida de una persona y de un día para otro. El municipio perdió 18 millones de dólares, dinero que se daba por seguro, por garantizado”, añade.
Ese período coincidió con la llegada de la Junta de Control Fiscal (JCF) tras la aprobación de la Ley Federal PROMESA (Puerto Rico Oversight, Management, and Economic Stability Act) el 30 de junio de ese mismo año, estableciendo un ente federal para supervisar las finanzas de la isla y gestionar la reestructuración de la deuda.
Posteriormente, los municipios enfrentaron la eliminación del Fondo de Equiparación a partir del 2017 con una reducción del 50 por ciento como parte del plan fiscal, una de las principales fuentes de estabilidad para los ayuntamientos y que quedó eliminado en su totalidad en el 2024. Pero la lista de adversidades no terminaría ahí para Caguas ni los municipios en general. En septiembre de 2017, los huracanes Irma y María destrozarían la infraestructura de la isla en todas sus formas.
“En el 2017 estabas oficialmente quebrado y esbaratao”, así lo resume el líder municipal cagüeño en una frase que aún parece doler. Añade que “sostener servicios municipales, evitar despidos y mantener la seguridad fue como hacer equilibrio sobre una cuerda floja”
Aún en ese contexto, asegura que la ciudad logró una reducción drástica en la tasa de criminalidad. “Cuando yo comencé, la criminalidad estaba disparada […] Ahora cerramos con 12 asesinatos este año”, apunta.
Un año de ruptura y renacimiento como ejecutivo municipal
El año 2020 fue para Miranda Torres uno trascendental a nivel político y emocional. Tras la lenta reconstrucción tras María, llegó la pandemia de COVID-19 y meses después las elecciones.
En medio de un tiempo de incertidumbre y distanciamiento, poco apto para hacer campañas políticas tradicionales “cara a cara”, obtuvo en el proceso eleccionario un margen de victoria de menos de cuatro por ciento. “Mucho más estrecho de lo que esperaba. Eso me creó cierta angustia y frustración”, admite.
Fue el primer momento de su carrera política en donde pensó en detenerse, respirar y tal vez replantear su futuro político. Pero lo que vino después fue una transformación silenciosa.
El próximo año se obligó a hacer algo que muchos políticos evitan: pausar y evaluar. “El 2021 fue como un borrón para mí. Decidí pasar más tiempo con mi familia […] y acercarme más a la gente”, explica.
De esta nueva perspectiva de acción nació la iniciativa Alcalde en tu Barrio, un proyecto que lo llevó a caminar por cada comunidad y poder escuchar historias, identificar necesidades y, sobre todo, reencontrarse con la esencia de servir.
“La verdadera transformación empezó cuando regresé a los barrios y escuché a la gente. Ahí entendí dónde estaban las grietas, no solo en las carreteras, sino en las vidas. Transformar la ciudad implicó transformar la relación entre la alcaldía y la ciudadanía”, asegura. Ese contacto “renovó la chispa, la motivación y la convicción” de que tiene mucho más para aportar.
La estrategia económica que cambió el rumbo
Uno de los elementos centrales del renacer económico del municipio fue la decisión de no depender de fondos externos. “Cuando eliminan el fondo de equiparación, la transformación se vuelve obligatoria. Teníamos que reinventarnos para sostener servicios esenciales sin depender de nadie. Por eso apostamos a la actividad económica, porque la ciudad se transforma cuando genera sus propios recursos”, sostiene.
Por esta razón el Miranda Torres apostó por el sector privado y obligó a su administración a repensar cómo atraer y retener negocios, el resultado es cuantificable, hoy día “el 80% del fondo general viene del sector empresarial”, acota.
El ejecutivo municipal no es ajeno a este campo, su experiencia previa en la banca le permite identificar oportunidades y cursos de acción. Desde 2012, la ciudad implementó incentivos agresivos: ventajas en patentes, descuentos de hasta 90 por ciento en el centro urbano, acompañamiento personal para la gestión de permisos y un proceso diseñado para ser rápido y transparente.
El resultado de la estrategia es visible en números y edificaciones según describe. “Sector 66, con una inversión de 13.2 millones; la expansión de Terumo con casi 30 millones; Plaza Food, con cerca de 40 millones de dólares; Aurobindo con una inversión inicial de 50 millones; y otra decena de pequeños comerciantes que han encontrado en Caguas un lugar para crecer”.
Además, la celeridad en permisos es un renglón que los empresarios celebran y que el alcalde valida. Resalta que se resume en “años de ajustes, capacitación y cambios en la cultura organizacional municipal”.
El talón de Aquiles: la crisis energética
A pesar de los avances, la energía sigue siendo una preocupación mayor y que afecta tanto a la ciudadanía como a las empresas. Para el segundo grupo, el costo de mantener operaciones saludables se vuelve a menudo insostenible. El alcalde no oculta su molestia con el contrato de LUMA Energy. “Fue un contrato mal negociado, hecho con prisa”, asegura.
“La transformación de la ciudad no puede ignorar el tema energético. Con tarifas altas e inestabilidad, las empresas se nos van o se nos angustian. Caguas ha tenido que compensar ese problema con eficiencia, cercanía y trato humano para que la inversión no se detenga”, sostiene el ejecutivo.
Aunque alberga esperanzas de que el contrato con el consorcio energético pueda cancelarse, reconoce que los plazos son estrechos. Sin embargo, insiste en que “Puerto Rico sigue siendo atractivo por elementos que no se pueden replicar en otros países: estabilidad social, talento humano, clima, infraestructura en reconstrucción y una calidad de vida que seduce a inversionistas”.
Una visión regional enmarcada en la eficiencia
Miranda Torres también reflexiona sobre el futuro del país desde una perspectiva regional. Como presidente de Iniciativa Tecnológica Centro Oriental (INTECO), corporación que reúne a doce municipios en un ecosistema de apoyo, apuesta a una reorganización administrativa que reduzca duplicidad y aumente la eficiencia.
“INTECO es una demostración de que doce municipios pueden colaborar sin perder identidad. Ahí se une educación, empresariado y gobierno, y se piensa en el país de nuestros nietos, no en la elección de cuatro años. Esa visión es la que debería replicarse a nivel isla”, asegura.
Afirma que “Puerto Rico hay que dividirlo en ocho regiones” sólidas, autosuficientes y coordinadas. “Mi región casi está formada…me falta una facilidad para exportar e importar” y añade que se encuentra en un esfuerzo con “pasos afirmativos” para añadir al municipio de Ceiba.
Miranda Torres ha sostenido reuniones con su alcalde, Samuel Rivera, quien a su vez hace gestiones con la Legislatura municipal con este fin. Esto podría completar la infraestructura necesaria para convertir la zona en un polo importante de desarrollo.
Además, Proyectos como Go To The Region y Hacer Mapping apuntan a mostrar oportunidades regionales a inversionistas globales mediante plataformas tecnológicas que permiten visualizar propiedades, servicios, escuelas, hospitales y conexiones viales de forma integrada. Estas herramientas “son la puerta del futuro”, sostiene Miranda Torres.
Una demografía de retos
Uno de los desafíos más apremiantes de la ciudad criolla es el renglón demográfico, particularmente, en el grupo de la tercera edad. “Cuando tú miras los números, te das cuenta de que más del 30% de nuestra población es mayor y eso obliga a repensar cómo funciona la ciudad. No es un tema opcional, es urgente”, admite con preocupación Miranda Torres.
Asegura que “es una de las cosas que más nos tiene ocupados, porque no es solamente que la población está envejeciendo, es que esa realidad cambia toda la planificación de servicios; desde salud, transportación, vivienda, hasta actividades comunitarias.”
Añade que “la población envejeciente necesita más acompañamiento, más servicios directos, más ayudas en el hogar, y por eso tenemos que mover recursos para poder atenderlos adecuadamente”.
El programa de amas de llaves, solicitado diariamente, se ha vuelto un alivio para decenas de familias. En los recorridos, los casos abundan: adultos mayores solos, cuidadores agotados y personas encamadas que dependen de la ayuda.
La otra mitad de la ecuación: atraer jóvenes
A la par, el municipio trabaja para retener y atraer juventud. “Los jóvenes son esenciales para la economía, porque sin ellos no hay fuerza laboral ni innovación. Si no logramos que se queden o regresen, la ciudad pierde uno de sus pilares más importantes”.
Sostiene que “hay que ofrecerles algo más que trabajo; necesitan entretenimiento, opciones culturales, movilidad, vivienda moderna y un proyecto de ciudad donde ellos se vean como protagonistas”. Reconoce sin rodeos que el mercado de vivienda no está respondiendo al ritmo que los jóvenes profesionales necesitan. Sin embargo, con nuevas inversiones y desarrollos en planificación, espera que la balanza comience a moverse.
Un equipo que es familia
Miranda Torres reconoce que ningún proyecto camina solo y que la gestión incansable de su equipo hace la diferencia. Explica que en los últimos años se ha dedicado a identificar talentos y fortalecer un equipo que hoy día está fusionado y enfocado.
Con un nuevo comienzo de cuatrienio a su favor, realizó a principios del año los ajustes necesarios. Más adelante, en un fin de semana en verano, se llevó a su equipo a establecer el nuevo mapa de acción.
“Durante un fin de semana intenso de trabajo pulieron el plan estratégico para los próximos cinco años. Fue un proceso organizado: los primeros meses para ajustar la estructura, luego la planificación, la aprobación del presupuesto en mayo y, finalmente el disparo el primero de julio, que marcó el arranque del nuevo ciclo”, describe con entusiasmo.
Asegura que “la cosa va corriendo”, pero el trabajo más importante continúa dentro del equipo.
“El equipo sigue fortaleciéndose”, explica, y para eso llevan a cabo iniciativas mensuales que fomentan la colaboración a un ritmo que describe como “la velocidad de la confianza”, porque para Miranda Torres, esa es la base que sostiene cualquier transformación municipal: un equipo que trabaja unido, que confía y que se reconoce como familia.