A oscuras y no necesariamente por apagón
- Editorial Semana
- hace 3 días
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Por: Nitza Morán Trinidad
Indiscutiblemente, lo ocurrido con el apagón es inaceptable. Pero era, en efecto, predecible, ya que tanto las noticias como expresiones de quienes tienen la responsabilidad sobre la generación, transmisión y distribución de energía —inclusive del alto liderato del gobierno— anticipaban que la demanda durante el verano podría provocar apagones esporádicos o los llamados relevos de carga. Incluso, se advertía a la ciudadanía sobre medidas de prevención que debían considerar.
Sin embargo, fue durante la celebración de la Semana Mayor; una semana que se otorgó libre al sector público que, se cumplió el presagio de una muerte anunciada. El apagón masivo dejó entrever que, más allá de sus operaciones, la red eléctrica no da abasto. Y aunque la falta de mantenimiento ha sido el detonante por décadas, hoy la infraestructura simplemente no aguanta una carga más.
Padecen los puertorriqueños, que enfrentan un diario vivir entre tinieblas, velones, diésel, baterías y placas solares. Pero de lo que no se han olvidado es de que la oscuridad también tiene otras dimensiones: la incertidumbre económica, tanto a nivel personal como comercial; la angustia de no poder acceder a servicios de salud adecuados; y la preocupación de no contar con una educación de primera. Todo esto se ve agravado por los compromisos adquiridos con fondos federales y estatales, sumado a la preocupación por los malos manejos financieros del pasado y del presente. Definitivamente, no se siente, ni se ve un panorama alentador.
Y, por último, hablemos de otro de los componentes esenciales: la seguridad ciudadana, una de las preocupaciones más grandes. El comportamiento criminal de los últimos años demuestra un patrón cada vez más impulsivo, violento y sin límites, protagonizado por individuos dispuestos a delinquir sin importar a quién afecten.
A todo esto, le añadimos las constantes y controversiales decisiones del expresidente de Estados Unidos, Donald Trump, que han mantenido a la nación y sus territorios en la oscuridad y la incertidumbre. Sus medidas sobre aranceles, inmigración y despidos no planificados en agencias gubernamentales ponen a temblar a cualquiera. Muchos prefieren apagar la vela antes que enfrentar lo que el futuro podría traer.
Estamos viviendo momentos históricos en los que se necesita una transformación profunda en cómo se gobierna, se fiscaliza, se estabiliza y se organiza el funcionamiento del país. Aunque pareciera que la era digital lo resolvería todo, es ahora cuando el pueblo más clama por dirección, transparencia y claridad en los asuntos que verdaderamente le afectan.
La norma no puede ser sobrevivir entre las sombras. Necesitamos ver el camino con claridad y caminar hacia un final concreto y seguro. Un gobierno con un plan contundente, donde la justicia y el bienestar social sean la orden del día. De lo contrario, continuaremos caminando por lugares a oscuras, y no necesariamente por los apagones.
La autora es senadora por San Juan,
Aguas Buenas y Guaynabo
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