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  • Foto del escritorEditorial Semana

El síndrome del colonizado


Por: Prof. Luis Dómenech Sepúlveda


Hace un tiempo señalamos que para haber imperios tiene que haber colonias y que para haber colonias tiene que haber colonizados”. Igualmente indicamos que el colonialismo es la expresión más burda, humillante y degradante impuesta a la raza humana por la avaricia y la mezquindad hegemónica de los imperios de nuestra historia. Todo ello para el control de la economía y la riqueza mundial sin importar las implicaciones sociales, morales y existenciales que ello representa para los pueblos subyugados. De ahí la postura de los foros internacionales al catalogar el colonialismo como un crimen de lesa humanidad el cual debe ser erradicado de la faz de la tierra a la brevedad posible.


En el caso particular que nos atañe, los puertorriqueños hemos cargado sobre nuestros hombros el yugo colonial por espacio de 529 años (1493-2022) y todavía es la hora en que no vemos la luz al final del túnel. Si bien es cierto que hemos tenido próceres independentistas de la magnitud histórica de Betances, Ruiz Belvis, Hostos, Lola Rodríguez de Tió, De Diego, Albizu Campos, Concepción de Gracia, Juan Mari Bras y Rubén Berríos Martínez, entre otros héroes de la Patria, no es menos cierto que también hemos tenido portavoces incondicionales de la anexión antipatriótica y del autonomismo colonial patrocinados ambos por los grandes intereses del capitalismo estadounidense. Como se sabe, ambos movimientos coloniales están dispuestos a desaparecer como nación antillana, caribeña e hispanohablante a cambio de prebendas, privilegios y oportunismos antipatrióticos.


Contradictoriamente, el primer gran exponente del colonialismo antipatriótico fue el Dr. José Celso Barbosa, primer puertorriqueño graduado de medicina en Estados Unidos (Universidad de Michigan) y miembro original del autonomismo comandado por Román Baldorioty de Castro. Sin embargo, Barbosa fundó el Partido Republicano Puertorriqueño (1899) para promover la estadidad para Puerto Rico. Sorprende, francamente, que un afrodescendiente haya favorecido la anexión de Puerto Rico ante un país como Estados Unidos que ha discriminado descaradamente contra los sectores afrodescendientes desde sus propios orígenes.


Por supuesto, el otro gran exponente del colonialismo en nuestra historia reciente lo fue el exgobernador Luis Muñoz Marín, cuando dijo que “la independencia equivale a lanzarnos por un precipicio y, como tal, nos moriríamos de hambre sin Estados Unidos”. No conforme con ello, se unió incondicionalmente a las autoridades federales para perseguir, encarcelar y diezmar al independentismo puertorriqueño mientras su discurso engañoso del ELA colonial, gobierno propio, unión permanente y ciudadanía indisoluble sirvió inequívocamente para estimular el crecimiento del anexionismo antipatriótico y corrupto de nuestros tiempos.


Por tanto, no debemos sorprendernos de que, a la altura del Siglo XXI, haya puertorriqueños y puertorriqueñas dispuestos a darlo todo con tal de mantenernos “amarrados a la teta estadounidense” independientemente de las manifestaciones de maltrato, rechazo y humillación al que hemos sido expuestos a lo largo de 124 años de subordinación política, jurídica y económica. Resulta lastimoso decirlo, pero esa actitud equivale al “pégame, pero no me dejes” del cancionero tropical.

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