
Por: Nitza Morán Trinidad
Una vez transcurrido el evento electoral del 5 de noviembre del 2024 y saber que no fue hasta casi el día de despedida de año que nos enteramos como país quienes conformaban finalmente los cuerpos legislativos de la Cámara de Representantes y del Senado, pudimos entender que Puerto Rico no solo celebra las navidades más largas del mundo, sino que también las elecciones se convirtieron parte de la tradición cultural que marcan el año que se termina y uno que comienza sin ton ni son pero también en las elecciones más largas de todas.
Entre duras críticas de la actual presidenta interina de la Comisión Estatal de Elecciones se comenzaron los actos de juramentos con la elevación de la mano derecha de los electos en la cámara baja y del alto cuerpo junto al ejecutivo y la saga de continuas actividades de juramentos de asambleístas municipales y sus discursos de temas repetitivos que anuncian las situaciones de que les urge atender y que parecieran no tener fin cuatrienio tras cuatrienio. Y aunque muchos se aferran a sus grandes o pequeños logros alcanzados y otros con ánimo de poner en marcha otros proyectos que ha toda luz tiene más retos convierten su mensaje en discursos retóricos.
A muchos lo que les faltan son direcciones administrativas y tomas de acción con urgencia de planes de trabajo que redunden en beneficio de todos. Otros mencionan sus criticas constantes a un gobierno que sin duda no son de su ideología y por eso continúan la frase de que no hace nada o que el gobierno se ha desconectado de su gente, pero en realidad han terminado siendo plataformas de interés de los puertorriqueños y que elección tras elección en los últimos cuatrienios han estado a cargo de la gobernanza del país.
La realidad es que ejercemos el derecho constitucional, social y cívico para que las personas electas representen al pueblo y que puedan crear y ejecutar políticas públicas que en estos tiempos deben ser de fácil manejo con resultados a corto y largo plazo y que realmente atienda a una ciudadanía agobiada por los retos en la economía que se traducen en la necesidad de una educación sólida, servicios básicos estables y que todos podamos tener una vejez digna para que no se continue construyendo bajo un esquema tan visible entre los pobres y los ricos.
Necesitamos un gobierno para todos y tras este tan icónico por los juramentos aún se sienta la esperanza de que cada año sea mejor. La exhortación es que debemos de hablar con la verdad para saber si verdaderamente vamos por buen camino y ser activistas de buenas causas porque juntos somo más fuertes. Unamos nuestra mano derecha y caminemos juntos para fortalecer la base financiera que redunda en todo lo que necesitamos y en buena salud porque sin ella nada podríamos comenzar ni terminar. Listos para atender a nuestros niños, jóvenes y adulto mayores para una sociedad de estabilidad y fortalecida.
La autora es senadora por San Juan,
Aguas Buenas y Guaynabo
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