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Emergencias por doquier

  • Foto del escritor: Editorial Semana
    Editorial Semana
  • 22 may
  • 2 Min. de lectura



Por: Nitza Morán Trinidad


Ciertamente, el mundo atraviesa por momentos difíciles, ya sea por los eventos naturales que nos enseñan la vulnerabilidad de no poder hacer nada para detener los cambios climáticos que cada vez se hacen más evidentes, además de las decisiones aristocráticas de mandatarios y presidentes que si afectan y complican la convivencia social. Añadimos que las noticias que a diario escuchamos nos bombardean con constantemente situaciones de emergencias que parecieran ser rutinarias y sin soluciones concretas para asegurar una estabilidad nos pone a pensar cual es el futuro que nos depara.


Son muchas las emergencias que se han declarado evaluando las que viven las familias puertorriqueñas que enfrentan grandes necesidades, planteles escolares en deterioro, retos de infraestructura entre carreteras y puentes, maltratos, problemas financieros a nivel de individuo y gubernamentales y si lo completamos con las lluvias torrenciales en los últimos días sin apenas comenzar la época de huracanes concluiríamos que estamos entrando en una emergencia con síntoma de crisis.


¿Los datos apuntan que nuestra isla hubo un éxodo de personas buscando una estabilidad económica y una mejor calidad de vida y como entonces tenemos las siguientes emergencias que atender, la necesidad de viviendas de todo valor inmueble cuando se supone tengamos menos población?


Si por la situación de dinero fuera estaremos tomando en consideración la inflación que pareciera ser de carácter permanente y que todos los días se toman decisiones de que pagar primero los medicamentos o los servicios básicos, lentamente nos adentramos a un país empobrecido lo que provocaría otra emergencia más que atender, la pobreza y esta sería la más difícil cuando se está en quiebra.


Otra emergencia que hemos tratado de atender es la que existe en la escasez de la clase médica, si una emergencia salubrista. Si por esta misma línea de pensamiento le añadimos las limitaciones a medicamentos por recortes a los programas que aportan a lo que necesitamos para vivir pues además de una población envejecida la tendremos enferma y sin poder atenderla. Y como si fuera poco el tema de la energía ya no es una emergencia ya es una crisis existencial que nos provoca inestabilidad emocional por lo vivido en el 2017, y como ya es de conocimiento de todos de que no existe la solución expedita de la terminación del tan comentado contrato de LUMA y ni hablar de la generación que es la parte más importante pues la emergencia no esta siendo atendida.


En fin, emergencia por doquier a nivel mundial y local, pero debemos de ser valientes, resilientes y persistentes para sostener no solo la unidad familiar con valores y principios sino también a todo un pueblo que lo que añora es un mejor país.


La autora es senadora por San Juan, Aguas Buenas y Guaynabo

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