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  • Foto del escritorEditorial Semana

Las armas y la paz


Por: Lilliam Maldonado Cordero


Puerto Rico se encuentra en medio de una crisis de seguridad relacionada, principalmente, con el narcotráfico y problemas de salud mental. Esta realidad pareciera justificar que algunos sectores propongan liberalizar el acceso a las armas de fuego, a pesar de que está demostrado que la posesión y portación de un arma no reducen la violencia o la criminalidad.


Estados Unidos (EE.UU.), por ejemplo, reconoce como derecho constitucional el que sus habitantes, libremente, posean un arma de fuego. Solo otros dos países han otorgado dicho derecho constitucionalmente: México y Guatemala, cuya tasa es el diez por ciento de EE.UU. La nación estadounidense posee el mayor número de armas, per cápita: unas 120.5 por cada 100 habitantes, superando ampliamente la cantidad de sus habitantes, esto según un estudio de la Small Arms Survey (SAS), con sede en Suiza.


A pesar de no encontrarse en guerra, la desproporcionada posesión de armas de fuego en EE.UU. contrasta notablemente con Japón, donde dicha tasa es 0.2 por ciento por cada 100,000 habitantes. Un dato aún más revelador es que, de las 857 millones de armas civiles en el mundo, se estima que EE.UU. posee casi la mitad de estas: 393 millones.


Los tiroteos masivos y masacres son un fenómeno exclusivo de EE.UU. Este tipo de violencia, que se tipifica cuando al menos cuatro personas son asesinadas, excluyendo al perpetrador, no incluye actividades delictivas como el robo, la violencia intrafamiliar y las generadas por el Estado.


A su vez, la cadena de noticias estadounidense CNN reveló que, para 2019, cuatro de cada 100,000 personas en EE.UU. fueron víctimas de violencia donde medió un arma de fuego. Esto es dieciocho veces el promedio del de los países desarrollados del mundo. Asimismo, para ese año, EE.UU. representaba solo el 4% de la población mundial, mientras que los suicidios en dicho país acumuló el 44% de todo el mundo. Al cierre de la semana pasada, EE.UU. había reportado 214 asesinatos múltiples, mientras el promedio de muertes por armas entre los países europeos es escasamente 1.6 por millón de habitantes, según el Concilio Sueco Nacional para la Prevención del Crimen.


Más allá de explorar la liberalización al acceso, compra, posesión y portación de las armas de fuego en Puerto Rico, se debe atender el problema de violencia y criminalidad de forma científica y estratégica, aplicando los tratamientos adecuados, incluyendo la educación hacia una cultura de paz y al respeto a los derechos fundamentales y las diferencias de género, origen y clase social, nacionalidad, preferencias religiosas y políticas. También, es importante desalentar el consumo y la dependencia a las drogas legales, ilegales y el alcoholismo tratándolos como lo que son, enfermedades, y desarrollar un plan de salud pública efectivo para el manejo temprano y consistente de las enfermedades físicas y mentales, que muchas veces propenden al uso de drogas y alcohol, y a la violencia y el suicidio.


Aunque en todos los países del mundo se suscitan ocasionalmente situaciones violentas, incluso, conflictos y guerras, la mayoría se pronuncia a favor de una cultura de paz, promoviendo la educación, el respeto, la tolerancia, la compasión, la solidaridad, la protección de los recursos naturales y, sobre todo, atajar las manifestaciones de la violencia de forma coordinada. Esos son los valores que debemos imitar y perseguir como pueblo.

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