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  • Foto del escritorEditorial Semana

¡Las cajitas de la ilusión!




Por: Lilliam Maldonado Cordero


En un cielo claro de diciembre y enero es fácil distinguir la trayectoria de los Tres Santos Reyes cruzando el firmamento de nuestra tierra borinqueña. Transitan en línea recta, uno detrás del otro, en busca de cada hogar que albergue la esperanza de su llegada.


De acuerdo con el relato bíblico, hace más de dos mil años, y desde cada uno de sus reinos, estos personajes vieron una estrella inusual en el firmamento. Al ser magos, poseían conocimientos de la lectura de las estrellas para predecir acontecimientos, por lo que sabían que la presencia de un lucero extraordinario en el cielo era signo de un evento sobrenatural.


No es mucho lo que el Evangelio según San Mateo nos revela sobre estos magos, pero sí nos apunta a que eran de oriente y fueron guiados por una estrella con el fin de llegar a adorar al Emmanuel que había nacido. Sin embargo, a pesar de ser una referencia bastante escueta, nos ofrece un perfil muy claro de ellos: eran espiritualmente sensibles, pues pudieron interpretar un signo singular que anticipaba un evento sobresaliente; eran soberanos y reyes, pues al llegar al palacio del rey Herodes fueron recibidos por este y le informaron que buscaban a otro rey, recién nacido, para adorarlo; eran obedientes, pues cuando el ángel del Señor se les apareció para disuadirlos de regresar a Herodes a decirle dónde estaba el Niño que este pretendía matar por celos, se marcharon por otro lugar para no darle pistas de Jesús; y fueron perseverantes, pues tardaron años en llegar hasta donde estaba el Mesías para adorarlo.


Otros libros nos abren la puerta para conocer un poco más sobre ellos, entre relatos y manuscritos recogidos de la era temprana del cristianismo, incluyendo algunos libros apócrifos. Estas referencias resaltan que, en efecto, los tres reyes de oriente adoradores del Mesías eran magos astrólogos. Empero, también podemos referirnos específicamente al Salmo 72, donde el poeta sentencia: “Los reyes de Tarsis y de las costas traerán presentes; Los reyes de Sabá y de Seba ofrecerán dones. Todos los reyes se postrarán delante de él; Todas las naciones le servirán”.  De ahí, que la tradición cristiana y el surgimiento de la leyenda y tradición de estos personajes coloquen la procedencia de ellos desde los reinos de Sabá -ubicado en tiempos antiguos al sur de la península arábiga, hoy Yemen, y la actual Somalia- y Arabia, ofreciéndole los bienes de intercambio comercial más preciados de sus reinos en esa época: oro, incienso y mirra.


En Puerto Rico, como en otros países de fe cristiana, adoramos esta tradición y nuestros niños esperan con ilusión la llegada de Melchor, Gaspar y Baltasar para recibir sus regalos. Naturalmente, el paso de los años por nuestras vidas ya adultas van endureciendo la esperanza y el anhelo de esta hermosa visita, que posee un hilo conductor basado en un relato que trasciende el mito, pues si Jesús nació y es un evento que ha señalado épocas, por qué dudar que estos reyes y magos no vendrán escondidos detrás de la fresca oscuridad de la noche, desde el otro lado del mundo para, dejarnos parabienes.


¡Que nunca seamos tan viejos como para no creer en la magia de los Tres Santos Reyes! Esta víspera de su nueva llegada, recojamos pasto en una cajita y coloquémosla junto con nuestra lista sueños y anhelos. ¡Feliz Epifanía!

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