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Nuevo ataque contra la U.P.R.

Foto del escritor: Editorial SemanaEditorial Semana



Por: José “Conny” Varela


La semana pasada, casi inadvertida, circuló por las redes sociales una instrucción del presidente de la Universidad de Puerto Rico (U.P.R.), la cual, entre otras cosas, propone detener la admisión de estudiantes en más de 60 programas subgraduados.


De más está decir que la reacción causó indignación dentro de la comunidad universitaria.


Por un lado, la Junta de Gobierno justifica esta decisión, basado en la baja matrícula a los programas académicos enumerados en la carta.


Por su parte, profesores, líderes estudiantiles y expertos en la administración de instituciones postsecundarias cuestionan la misma, debido a que no se consultó con la comunidad universitaria y que, de ejecutarse, sería nefasta no solo para nuestro primer centro docente, sino para el País.


Pregunto yo: ¿se discutió esta acción propuesta con la comunidad universitaria, conforme lo exige su Ley Orgánica? ¿Se consultó la misma debidamente entre los Senados Académicos de los recintos afectados? ¿con las entidades acreditadoras, como la Middle States Association, el Departamento de Educación federal?


¿O esto es la ejecución exigida por la Junta de Supervisión Fiscal contra la corporación pública?


Recordemos que, por exigencia de esa Junta, se impuso un Plan Fiscal que dejó sin efecto la asignación automática anual que mediante formula se le asignaba a la UPR, arguyendo problemas de “austeridad”. No nos llamemos a engaño: esta acción es una nueva imposición de la Junta de Supervisión Fiscal en su afán de cortar todo lo que constituya un gasto para ellos.


Está en serio peligro la existencia de programas que promueven el pensamiento crítico y la investigación, desde las humanidades, ciencias sociales, pasando por los tan necesarios bachilleratos y grados asociados en temas de agricultura, hasta economía y estadística en administración de empresas.


Ya nuestra Universidad pública ha pagado una cuota demasiado onerosa e injusta. La U.P.R., lejos de ser una carga, es la inversión más importante para el desarrollo humanístico, social y económico de la isla. Es la principal responsable de crear los ciudadanos con cuyo esfuerzo e intelecto ha sacado a Puerto Rico de la miseria más abyecta en el siglo pasado, hacia una sociedad de avanzada. Y muchos de esos programas que desean eliminar han graduado distinguidos profesionales del patio y del exterior. Se exige detener esta peligrosa intención y procurar agotar todo esfuerzo por mantener un centro educativo de excelencia para las presentes y futuras generaciones de puertorriqueños.


El autor es representante a la Cámara por el Distrito 32 de Caguas

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