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Riesgo por exposición de bajo nivel a metales contaminantes

Redacción Editorial Semana, Inc.

redaccion@periodicolasemana.net


La exposición crónica a niveles bajos de plomo, cadmio y arsénico a través de artículos domésticos de uso habitual, del aire, el agua, el suelo y los alimentos se asocia con un mayor riesgo de enfermedades cardiovasculares, según una nueva declaración científica de la American Heart Association publicada esta semana en el Journal of the American Heart Association, una revista profesional de acceso abierto y revisada por pares de la American Heart Association.


“Los estudios de población a gran escala indican que incluso la exposición de bajo nivel a metales contaminantes es casi universal y contribuye a la carga de enfermedades cardiovasculares, especialmente ataques cardíacos, ataques cerebrales, enfermedades de las arterias en las piernas y muerte prematura por causas cardíacas”, afirmó Gervasio. A. Lamas, M.D., FAHA, director del grupo de redacción de la declaración y Director de Medicina y Jefe de la División de Cardiología de Columbia University en Sinai Medical Center en Miami Beach, Florida.


“Después de la exposición, el plomo y el cadmio se acumulan en el organismo y permanecen en los huesos y órganos durante décadas. Solo en los EE. UU., un estudio importante sugirió que más de 450,000 muertes anuales podrían atribuirse a la exposición al plomo”, comentó la Vicepresidenta del grupo de redacción de la declaración, Ana Navas-Acien, M.D., Ph.D., Profesora de Ciencias de la Salud Ambiental en Mailman School of Public Health de Columbia University y Directora del programa de investigación Northern Plains Superfund Research Program de Columbia University en la Ciudad de Nueva York.


Con mayor frecuencia, la exposición a metales contaminantes ocurre de manera involuntaria, durante las actividades de la vida cotidiana. El plomo se puede encontrar en una variedad de artículos, como la pintura en casas antiguas (la pintura a base de plomo se prohibió en los EE. UU. en 1978), productos derivados del tabaco, humo de segunda mano, alimentos contaminados (aguas subterráneas y algunas artesanías de alfarería, cerámica y utensilios de cocina son fuentes de contaminación por plomo en los alimentos), tuberías de agua, especias, cosméticos, dispositivos electrónicos y emisiones industriales. El tabaquismo es una fuente tanto de plomo como de cadmio.


El cadmio se encuentra en baterías de níquel-cadmio, pigmentos, plástico, cerámica y cristalería y productos derivados de la construcción. Los fertilizantes producidos a escala industrial utilizan roca fosfórica que naturalmente tiene alto contenido de cadmio, que posteriormente contamina los tubérculos y las plantas de hojas verdes (incluido el tabaco).


La exposición al arsénico se produce principalmente a través del agua subterránea, lo que afecta el agua potable, el suelo y los alimentos cultivados en terreno contaminado. En particular, el arsénico se acumula en el arroz en mayor medida que en otros cultivos alimentarios.


Si bien la exposición y el riesgo tienen lugar en diversas poblaciones, independientemente del nivel socioeconómico, algunas personas experimentan una mayor exposición a metales tóxicos, según la declaración. El riesgo de exposición es superior para aquellas personas que viven en zonas más cercanas a carreteras principales, fuentes industriales y vertederos de residuos peligrosos; residen en casas más antiguas; o en áreas donde las reglamentaciones ambientales se aplican de manera deficiente y las respuestas a las quejas de la comunidad son inadecuadas.


La monitorización de los niveles de metales en el medioambiente y las pruebas de metales en personas son pasos clave para implementar iniciativas de salud pública apropiadas, sugiere el grupo de redacción. Los niveles de plomo en niños con síntomas de exposición son supervisados por profesionales de la salud mediante análisis de sangre. Sin embargo, no existen pautas de monitorización ni límites de exposición establecidos para metales contaminantes en adultos diferentes a los exigidos para tipos específicos de trabajo. Son necesarias investigaciones futuras para establecer si estas pruebas podrían constituir una estrategia eficaz para identificar y proteger a las personas que corren riesgo de enfermedades cardiovasculares.


Los autores de la declaración señalan que la disminución de la exposición a metales en el tabaco, la protección de los sistemas de agua y pozos comunitarios y la reducción al mínimo de la contaminación por metales en el aire, los alimentos y el suelo son ejemplos de medidas de salud pública que pueden disminuir la exposición a los metales.


“La salud cardiovascular se puede mejorar con un enfoque diversificado que reconozca la cardiología ambiental e incluya la monitorización ambiental y biológica de los metales contaminantes; el control de las fuentes de exposición; y el desarrollo de intervenciones clínicas que eliminen los metales o debiliten sus efectos en el organismo”, afirmó Lamas, quien también es Profesor de Medicina en Irving Medical Center en Columbia University en la Ciudad de Nueva York.


Si bien actualmente no existe una terapia médica estándar para contrarrestar el efecto vascular de los metales contaminantes, hay investigaciones en curso para abordar el potencial de tratamiento de las personas en caso de exposición. Asimismo, la declaración sugiere que son necesarias investigaciones para analizar suplementos nutricionales que podrían reducir los efectos de los metales contaminantes y acelerar la excreción.

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