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  • Foto del escritorEditorial Semana

“A un año de tu partida”


Por: Juan Ilich Hernández


Pareciera que fue ayer que te escuchábamos y nos decías “que no hay mejor satisfacción y promoción para hacer cambio social, que pensar por uno mismo”. Tal pensamiento no solo ha calado hondo en uno, sino que también ha formado parte de cada una de las personas que pasaron por tu tutela. Este modo de cómo hacer valer el cambio, es realmente una filosofía de vida la cual vela por la transformación de la vida psicológica y sociológica de los seres sociales.


El mantener latente, activo y resonando este tipo de vivencia al igual que tus enseñanzas, hallazgos, inventivas, ocurrencias e incluso la esencia misma que sigue anidando sobre nosotros hace posible el arte de la creación. ¿De qué creación estamos hablando o estamos refiriéndonos? El acto creacional que nos basamos es el de hacer otra nueva narrativa histórica la cual le brinda a esa clase subalterna y excluida socialmente (son los grupos oprimidos como los negros, trabajadores, los indocumentados, la comunidad lgbttiq+, entre otros) una voz proactiva capaz de ofrecerle empoderamiento y vida a ese sector que jamás a tenido centralidad en la historia tradicionalista colonial. Quiérase decir, que puede haber pasado un año o incluso dos lustros y tu huella permanecerá intacta no solo en el ámbito académico e institucional sino también psico-emocional/espiritual de cada uno de nosotros, ya que el reconstruir las narrativas y hacer escuchar a ese subalterno es hacer trabajo de abajo hacia arriba.


Es en esa dirección que nuevamente se pone en evidencia, que el hacer historia no es un mero ejercicio de un “deber ser o querer ser” es más bien uno de transformación, justamente como lo hacías con tu pluma. Destacamos esto, debido a que como bien nos presenta el filósofo Gilles Deleuze (1971) “un creador es un ser que trabaja por gusto”, hecho que por excelencia representa y caracteriza a Juan David el rol de intelectual comprometido con su patria y pueblo al que tanto amó. La mejor forma de cómo ilustrar esta expresión de entrega, verticalidad, fogosidad y amor es la construcción de la microhistoria de los Barrios de Caguas.

Pudiese haber intentos de continuar, sustituir o incluso de eludir su impronta y trayectoria desde distintos grupos, pero dentro de todos estos factores existe algo que no se ha logrado apaciguar y es el hallar un recurso de este alto calibre ético- profesional comprometido con la transformación social. Son estos elementos muy particulares y únicos que hacen definir a nuestro amado Juan David como un ser excepcional al igual que su fibra humana a la que claramente hemos sido de algún modo participes ya sea directa como indirectamente. Reconmemorar cada una de estas vivencias es seguir haciendo camino al andar. Además, este destello nos ayuda a mantener nutrida esa hermosa estela vitalista que nos emite “Juanda” desde el más allá haciéndonos afirmar, que el mundo espiritual está siempre interconectado con el material, debido a que la vida espiritual es la vida verdadera y normal del espíritu (Kardec, 1866).


Por tal razón, es que resulta más que pertinente subrayar, que a un año de tu partida seguimos como Taller buscando propulsar el cambio social a través de la educación popular investigando, escudriñando, organizando y concienciando al pueblo, justamente como nos enseñaste. Dado que como bien nos expone Deleuze (1969) “Se escribe para dar vida, para liberarla allí donde esté presa, para trazar nuevas líneas de fuga”.


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