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Debemos despedirlos a todos

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    Editorial Semana
  • hace 4 días
  • 2 Min. de lectura

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Por: José “Conny” Varela


El despido de la secretaria del DACO ha generado ruido político. Todo indica que la acción de la gobernadora respondió más a la alarma por el rápido ascenso en la opinión pública de la figura de la secretaria que a razones estrictamente administrativas. En su intento por cortarle las alas a una posible candidatura futura, González cometió el error de despedirla después de haberle permitido ganar reconocimiento político.


Ese movimiento, lejos de neutralizarla, la coloca en una posición privilegiada: puede enfrentar el próximo ciclo electoral con completo desprendimiento de la mala gestión gubernamental de la administración de Jenniffer González. La secretaria saliente puede decir, con la apariencia a su favor, que no fue parte de esa administración desastrosa. En política, esa distancia es oro puro.


Conviene aclarar que la gestión de Rodríguez Erazo al frente del DACO no fue excepcional. Fue una gestión ordinaria en la silla más simpática del gobierno, que siempre se percibe como aliada del pueblo por su misión de proteger los intereses de los consumidores en uno de los países más consumistas del hemisferio. Esa simpatía institucional le otorga a cualquier incumbente con astucia política una ventaja de imagen.


El gobierno de Jenniffer González no sirve, como tampoco sirvió de mucho la gestión de Rodríguez Erazo frente al DACO. La gobernadora ha demostrado incapacidad para sostener una administración coherente y eficaz, y su gabinete se ha convertido en un reflejo de improvisación y desgaste. El despido de la secretaria, lejos de ser un acto de autoridad, se percibe como un gesto de inseguridad política.


Además, no puede olvidarse que Rodríguez Erazo estuvo fuera de Puerto Rico durante uno de los eventos más importantes del año: la venta del madrugador. Esa ausencia, en un momento clave para los consumidores, justificaba su salida. Pero la gobernadora no supo manejar el tiempo político. Al despedirla ahora, después de haberle permitido acumular capital político, la convirtió en una figura con potencial electoral y con la ventaja de no cargar con las culpas de la administración.


La conclusión es clara: la administración de Jenniffer González debe ser despedida en su totalidad. Puerto Rico merece un relevo completo, no solo en DACO, sino en cada rincón del gobierno. Así como la secretaria debió ser despedida por su ausencia en la venta del madrugador, también debemos despedir a Jenniffer González y a todo su gabinete. De eso nos ocuparemos en noviembre de 2028, si es que el país no pierde la tolerancia por la mediocridad antes de eso.


El autor es representante por Caguas

en la Cámara de Representantes

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